Competición vivida: mi Desafío Talbot 1980 (y II) 



Capítulo II, del CS a final de temporada, por Màrius Llongueras.

Después del Ourense nos tocó el Firestone, en Bilbao. Perdón, quería decir el Rally CS. Después de quince años de consolidación y convertir el rally en uno de los mejores del Campeonato de Europa, el fabricante americano retiró su patrocinio y cogió a los pobres chicos de la Peña Motorista Vizcaya con todo preparado y sin dinero. Tenemos que felicitarles por su capacidad de reacción, pues supieron encontrar rápidamente otro patrocinio, Lubricantes CS, y rebautizaron la prueba. Me gustó mucho el planteamiento del rally, en un estilo muy inglés, haciendo bucles cortos, de dos o tres tramos, que se repetían tipo Critérium dos o tres veces, y después íbamos a otro lugar...

No me gustó que nos tocase la primera etapa, la noche de viernes a sábado, porque en caso de retraso en la salida de Barcelona no te quedaba tiempo para entrenar. Y esto fue exactamente lo que pasó. Tuve un problema en mi trabajo y no pude irme temprano el jueves para ir a Bilbao. El viernes por la mañana salimos con José Luis Trullols, que me volvía a acompañar, a toda pastilla y llamando al organizador porque no llegábamos a tiempo para verificar... Nos trataron muy amablemente y nos permitieron verificar justo antes de la salida. Llegamos a Bilbao y fuimos a verificar y dejar el coche en el Parque Cerrado, antes de ir al hotel a dejar las maletas y ducharnos deprisa para tomar la salida directamente.

Afortunadamente yo había podido conseguir notas de los tramos, que me pasó José Luis Sallent, pero ya desde el primer tramo vimos que yo no las entendía mucho. Nada más empezar ya sabíamos que sería un rally conservador, solo para acabar, pensando solo en los puntos del Desafío, por lo que pasé de ir deprisa. Para acabarlo de aderezar me quedé sin pastillas de freno hacia el final del segundo paso por Artziniaga-Mercadillo y, como el ritmo era brutal, no las pudimos cambiar hasta media parte, en Castro-Urdiales. El coche todavía frenaba, pero el ruido de hierro con hierro era acojonante.

Al llegar al parque de trabajo no pude localizar a Arturo de Necto (llevábamos un juego de sus pastillas) pero nos encontramos a Juanito de Ferodo, que, cuando supo qué nos pasaba se tiró bajo el Simca y nos las cambió él. ¡Una gran persona Juanito! También me encontré a Pulgui Canela, que ya había abandonado, y nos dejó sus notas, que las tenía con sistema Zanini y yo las entendía mucho mejor. Gracias Pulgui, ¡nos salvaste la vida!

La segunda etapa fue mucho más relajada e intenté correr algo más, pero sin exagerar. Los del PPR iban cayendo como moscas y había que acabar como fuera. Hacer tramos como Ontón-Otañes, una enciclopedia de paellas; Sámano-Guriezo; o el puerto de Hoyomenor, sin haber pasado nunca antes, si no confías en las notas mal. También la subida a La Bien Aparecida, con las largas rectas y curvas rapidísimas y con niebla que no se veía nada, las notas de Canela o de Serviá con buena indicación de los metros de recta fueron fundamentales para no hacerse daño.

Acabamos cuartos y últimos del PPR, pero terceros del Desafío, y dedicamos la noche del sábado a ver como los Bagration y Vatanen hacían un festival en los tramos de la parte de Bilbao y Gernika, y a cenar una sopa de pescado espectacular en un pueblecito perdido de por allá. ¡Qué buena estaba!

A finales de octubre de aquel 1980 hicimos un viajecito a tierras andaluzas, Marbella concretamente, donde teníamos que correr el Rallye del RACE, concretamente la segunda etapa sobre asfalto, mientras la primera era toda en tierra. Otro viajecito de más de 1.000 km, acompañado en este caso del gran Xavier Girbau y, eso sí, en un hotel de súper lujo a precios irrisorios. Por precio irrisorio me salió la inscripción, que nunca llegué a pagar. Cosas del RACE, que si ya lo pagarás cuando llegues aquí, que si ahora no tengo las llaves de la cajita, que sí... total, que nadie me hizo pagar. Organización... Esto sí, me crucé por los pasillos con Juan Petisco, que era el factótum aquel año, rodeado de una corte de diez o doce seguidores que se movían a su alrededor. El Rey Solo, vamos…

Un detalle curioso es que me enviaron por correo a casa, un mes antes del rally, el Road-Book entero (un paquetón de 2 kg), pero que comparado con los nuestros me pareció muy pobre, dibujos muy sencillos, casi diría básicos, que daban poca idea de lo que te encontrabas en la carretera, y distancias muy mal medidas y con los números demasiado pequeños para ser leídos con facilidad dentro de un coche en movimiento. Me imagino que en los caminos de tierra los copilotos se debían divertir.

Manos a la obra pues, el planteamiento era similar al del CS, como de costumbre salimos demasiado justos de Barcelona y llegamos a Marbella sin tiempo para reconocer. Fui a llorar a algunos pilotos y nos encontramos a Jordi Cid, que creo que iba con Jordi Pons, que ya había abandonado y nos dejaron sus libretas de notas. ¡Gracias!

Ah, como novedad esta vez llevábamos slicks, unas magníficas SB-9, pero no sirvieron de mucho, pobrecitas. Cuando estábamos cogiendo ritmo y mareo de tantas vueltas alrededor de Grazalema, de golpe, en lo alto del tramo de Benamahoma se rompió uno de los soportes de motor, que cayó y rompió la tapa del delco. Otro abandono. Al final conseguimos coronar el puerto y bajar en rueda libre, sin motor, hasta Grazalema, donde sabíamos que habría una asistencia de Talbot, pues el rally todavía tenía que pasar por allí unas cuántas veces. Localizamos el mecánico, que creo que era Pedro Cascales, y nos proporcionó un nuevo soporte de motor y una tapa del delco, que cambiamos nosotros allá mismo con el gato y las herramientas que llevábamos. Evidentemente tirados por el suelo y en plena noche, pues ni farolas había.

Y así volvimos a casa, cabizbajos y con el rabo entre las piernas. ¡Los rallyes son así!

De todos modos, yo tenía bastantes esperanzas en los dos rallyes que quedaban, el 2000 Virajes y el Cataluña. Territorio conocido y fácil de entrenar... y así lo enfocamos con Ángel Martínez, que se quedó impresionado en los reconocimientos de lo que había cambiado (a mejor) mi conducción desde principios de año. Yo siempre he creído que puedes mejorar a base de reconocer mucho, pero aprendes de verdad en la competición, en condiciones de carrera.

Subimos hacia el Hotel del Bruc y estaba cayendo una tormenta de tres pares, total que consigo unas Michelin de mojado PB-15, y a correr. En el enlace hacia el primer tramo, Rellinars dirección Terrassa, pudimos comprobar lo bien que iban aquellas ruedas cuando había mucha agua. Empezamos el tramo y a los dos kilómetros me desconcentré por culpa de la manguera que iba de la boca del copi hasta mi casco. Había comprado un tubo de manguera demasiado rígido y me molestaba mucho. En el tiempo de arrancármela me comí una larga que se cerraba al fondo. El copi me la cantó, pero no estuve a tiempo de reaccionar. El coche quedó clavado en la pared por mi lado. No se había hecho nada, ni una rozadura, pero junto a la pared había un reguero muy profundo y no lo pudimos sacar. Necesitamos la ayuda de los escobas, encabezados por Eduardo Cantos, y nos volvimos a casa... snifff...

Visto el desastre nos replanteamos mucho la situación. Ir al Cataluña resultaba bastante caro y, ¿qué podíamos sacar de ello? Yo era sexto del Desafío, a pocos puntos de Jordi Izquierdo, y no podíamos atrapar a los de delante ni nos podían pasar los de atrás. Nos pusimos de acuerdo rápidamente y no salimos ni él ni yo. Bien, yo sí que lo hice, como copiloto de Pere Morera de Pelegrí, con el coche y los papeles de Jordi Ballesteros.

Fin del Desafío y del PPR de 1980.

Màrius Llongueras i Pié
Abril de 2023

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