Los viejos rockeros nunca mueren 



Por Antonio Arderiu.

El viajero que el pasado día 18 de julio se atreviese a circular por las carreteras de la comarca de La Segarra, soportando temperaturas de más de 43º, probablemente se sorprendería al cruzarse con una serie de motocicletas que emitían un petardeo inconfundible, como las que circulaban hace más de cuarenta años y, probablemente, pensaría que el calor le estaba jugando una mala pasada.

Pues no. No era un espejismo, ni una alucinación. Dirigida por Estanis Soler y con salida desde el Museo de la Moto de Bassella –que dirige–, se organizó una ruta motorista para motocicletas españolas de más de cuarenta años y con motor de dos tiempos, itinerario que discurriría por carreteras de “la triste Segarra” en palabras del propio director. A la convocatoria asistieron, además del propio Estanis, Pep Vila, Antonio Zanini, Miquel Cirera, David Bosser, David y Manel Arroyo, Álvaro y Jesús Moreno, Gabriel Giró, Pau Soler, y éste su seguro servidor. Las motos eran Montesa y Bultaco de serie, salvo D. Antonio, que pilotaba una Ossa 175 con el motor un poco “preparadillo”, según propia confesión. Modelos para todos los gustos, empezando por las Impalas de Pep Vila y Miquel Cirera, la Saturno de D. Estanis, alguna Metralla, Matador 200, Mercurio 155 y Texas 175. En definitiva, lo bueno y mejor de su época y que constituía, en aquel entonces, el orgullo de la industria española.

El calor ya era asfixiante cuando salimos desde el Bar Sella, después de visitar el Museo de la Moto que, por mucho que lo visite, nunca me cansa y siempre repito. Circulamos en perfecto orden con D. Estanis delante y, en cada cruce o desvío, el que le seguía se detenía para señalarlo a los demás y reincorporarse a la caravana cuando hubieren pasado todos, sistema mediante el cual no se perdió “ni el Tato”. La primera etapa nos condujo hasta Sanahuja por unas carreteritas interiores preciosas, de trazado y de piso, para este tipo de motos y que tenían algo de sombra. Al llegar a Sanahuja, donde hicimos un primer repostaje, la Texas pinchó la rueda de atrás (porca miseria…) y Estanis me cedió amablemente la Bultaco 155, que iba de refresco en el coche escoba.

Seguimos, ya sin sombra que mitigase algo el calor, hasta Guissona, donde hicimos una breve parada en el cruce que conduce a Sant Ramon, para beber agua. No había nadie en la calle del sol que caía y, en la farmacia cercana al pabellón municipal de deportes, el termómetro marcaba 44º.

Continuamos luego por unas carreteras soleadas hasta Sant Ramon para seguir hasta Sant Guim del Freixenet, donde, pasado el pueblo, hicimos una parada en la factoría de yogures y otros productos lácteos Pastoret, de la familia Pont, donde fuimos gentilmente atendidos por su directora que, afortunadamente, nos invitó a una degustación de sus productos y nos enseñó la cadena de producción.

La verdad es que, con la degustación fuimos muy prudentes, a pesar de que estaban sabrosísimos, pero, desde luego, de agua, bebimos sin recato ni prudencia. Todos deshidratados y ya con unas ciertas temporadas a cuestas, motos y pilotos, si no llega a ser por este breve descanso, nos hubiéramos convertido en charcos rodantes.

Las motos de dos tiempos gastan, perdón, consumen, ¡¡y vaya si consumen!! Así que, saliendo de Pastoret todos los compinchados empezamos a pensar en el repostaje pero D. Estanis, en un alarde de optimismo, pasaba las estaciones de servicio con alegría, hasta que, ya cerca del final, en Tora, ya empezó alguna montura a toser y hubo que detenerse.

De Tora a Bassella es un cómodo paseo por la carretera que va a Andorra, con un final de excursión estupendo y una comida de amistad donde se contaron miles de anécdotas del motor, pues los protagonistas, salvo este cronista, podrían escribir cada uno una enciclopedia, bien fuera de rallys, de todo terreno, de trial o de lo que fuera.

Sirva este escrito para complementar aquel otro que nos hizo a finales de agosto Josep Autet sobre la gente que cuenta 75 años y que demuestra que los años son una cifra, pero el espíritu es otra cosa.

Antonio Arderiu Freixa
18 de septiembre de 2023

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