Competición vivida: del liderato en Históricos, al taller 



Por Josep Autet.

No siempre salen bien las cosas, pero en todo caso se intenta que vayan bien, sin ningún reparo ni excusa por nuestra parte. Pero esta vez no puedo contar un resultado final positivo ni un sabor de boca agradable a pesar del esfuerzo, esta es la verdad.

El tema es que el Ford Sierra RS Cosworth no nos dejó llegar al final del Rally Lloret de Mar. Jordi Ventura le pone medios, trabajo y ganas, pero de nuevo no cruzamos la meta. En los tramos de la zona del Montseny, que eran los que conformaban el recorrido de la primera etapa (nocturna) las pasamos de todos los colores, con un estado del piso delicado en su mayor parte y a ratos más que eso. Pero en las dos pasadas a Cladells, Collsaplana (en bajada) y Coll de Ravell (también en bajada), Jordi adoptó su pilotaje sereno y con aquel punto de agresividad que sólo él sabe aplicar en su justa medida, culminando la meta del sexto y último tramo en 11ª posición y primera muy destacada en históricos, cuyos principales rivales se habían ido retirando.

Si antes de la salida de Coll de Ravell algún petardeo inusual nos alertó, en la bajada cronometrada todo funcionó normalmente. Fue al arrancar tras el control stop del tramo que el funcionamiento del Sierra cambió por completo: falsas explosiones, rateos, unas llamaradas que para qué por el escape y un avance a ratos a trompicones nos demostró bien a las claras que algo estaba pasando. Y no eran caprichos del turbo.

Fue en las inmediaciones de Hostalric, antes de tomar la C-35, que el coche enmudeció… y ya no volvió a arrancar. Faltaban poco más de 30 km de enlace hasta el parque de Lloret y allí nos quedamos hasta que la gente de Baporo, Abel Algué a la cabeza, nos rescató, a nosotros en el Alhambra y al Sierra en un remolque.

Con la meta de la primera de las dos etapas a la vista, se hace difícil aceptar la realidad… ”aún podríamos entrar en hora, quedan 22’ para 30 km…”, decía un cándido servidor, aún a sabiendas que aquello era inarreglable. Así fue como se nos escurrió el rally: entre las manos de unos mecánicos que nada pudieron hacer ante un problema eléctrico en el que lo más difícil era, precisamente, saber qué era lo que fallaba.

Fue como un soplo de energía, a la mañana siguiente y ya vestidos ambos de paisano para ir a desayunar, que Jordi aporreara mi puerta al grito de “¡ponte el mono! ¡han arreglado la avería!”. Eso significaba que aunque fuera de carrera (en el campeonato de Catalunya los que salen en Super Rally no pueden figurar en la clasificación final) podíamos salir a la segunda etapa para hacer, por lo menos, una pasada a ritmo de rally a “nuestros” tramos, es decir: Tossa-Sant Grau, Àngels y Santa Pellaia.

Salimos de la etapa a las 10:33 y a poco más de las 11 volvíamos a estar detenidos. Abel y su gente esta vez no lo intentaron, estaba claro que la reproducción de la avería –en realidad, no reparada– requería una ardua labor para averiguar donde se encontraba el problema. Si durante una buena parte de la noche no se pudo resolver, no era posible un milagro en 15’.

Más que por los puntos de Catalunya perdidos, esta retirada tiene dos maneras de aceptarse o de verse: por un lado mosquea porque el Sierra vuelve a mostrarse frágil, pero por el lado positivo está que la avería eléctrica nos hubiera sucedido, tal cual y con seguridad, en el Costa Brava y allí sí que hubiera dolido. Dejémoslo aquí, como un ensayo de 75 km cronometrados, que son los que hicimos la víspera, y con la ilusión que en nuestra gran cita, el Rally Costa Brava FIA, las cosas vayan mejor.

Cierro artículo con un hurra para los mecánicos de Baporo, no dieron con el problema pero eso no era ni sencillo ni atribuible a nada, sólo al examen que esta vez les puso la parte eléctrica y que sin duda servirá como enseñanza de futuro. Los esfuerzos por solucionar el asunto a pie de cuneta y el trabajo durante la noche, entre ambas etapas, es lo que queda. Tal como decía al inicio, el esfuerzo concentrado en algo es lo que vale. Pero esta vez no era fácil.

El último hurra es para Jordi Ventura. En más de una ocasión he manifestado mi admiración por su estado de forma pilotando, esta vez el día después de cumplir los 63. Mantener el equilibrio del coche, además a buen ritmo, sobre unas carreteras en su mayor parte húmedas, resbaladizas y con zonas traicioneras, tiene un gran mérito. Cierto que todo el mundo pasó por eso, pero el Sierra no es nada fácil de domar en esas condiciones y nosotros pasamos por todas las trampas con nota, adecuando el ritmo a los imponderables y sin el más mínimo susto, salvo algún que otro deslizamiento controlado que puso en evidencia aún más la calidad del piloto. Hurra, pues, Jordi.

En menos de 4 semanas llegará el Rally Costa Brava FIA, nuestra próxima cita que, como todas, será preparada concienzudamente, la parte humana volverá a esforzarse para hacerlo lo mejor posible.

Un saludo, gracias por leerme.

© Josep Autet
19 de febrero de 2024
JAS Info Service

Nota a pie de página

Un espectacular accidente, sin consecuencias físicas para nadie, se produjo justo en la llegada de Coll de Ravell-Arbúcies, cuya línea de meta estaba situada a la salida de una paella. Francisco López – Borja Odriozola y su Hyundai i20 Rally2 hicieron un recto en este viraje, a pesar de la desesperada frenada que dejó evidentes señales en el asfalto, arrancando en su salida el raíl y siendo engullidos por un agujero lleno de maleza. Al salirse, el coche se llevó por delante parte de la instalación de la célula. El revuelo de los controles y personas del lugar era evidente cuando llegamos nosotros, escasos minutos después de producirse el lance. Hay que tener en cuenta que el coche accidentado no se veía y estaba a merced de cualquier otra salida.

Lo más cuerdo es no opinar sólo desde dentro del coche, había que estar allí, a pie de tramo y en plena noche, para hacerlo con tino y con todos los elementos de juicio. A nosotros se nos detuvo en plena frenada (muy pocos metros antes de la meta), sin peligro si obedecías a los visibles ademanes de los controles conminándote a que te detuvieras. En la salida, casi 7 km antes, los vehículos fueron arrancando a su minuto, sin demora, y dado que el coche seguía ahí y el material del cronometraje había resultado afectado, creo que (y no es una opinión, sólo una suposición) lo más prudente hubiera sido detener la salida de coches unos minutos y dejar que los estresados controles volvieran a dominar la situación. Además, al final todos los participantes, a partir del primero que llegó al lugar del incidente, recibimos el mismo tiempo, lo que indica que tampoco el stress que se originó por no cortar la carrera sirvió de nada.

En todo caso, un bravo para todos. A los controles por su esfuerzo y compromiso, a menudo poco comprendido, y a la organización, por asumir su gran responsabilidad cuando los problemas surgen de la nada. Solo ambos colectivos, trabajando al unísono, son los que nos permiten y deben permitir seguir disfrutando de rallyes como el de Lloret de Mar.

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