Reinvéntate, de Jaime Alguersuari (Capítulo 4: Corea, Vettel y Helmut) 



(Reinvéntate, de Jaime Alguersuari – Editorial Alienta)

Nunca pienses que estás tirando tu tiempo. Todo lo que hagas te conducirá a algo.

CAPÍTULO 4: COREA, VETTEL Y HELMUT

«La historia que te voy a contar aquí dio la vuelta al mundo. Todos los medios hablaron de lo ocurrido en la pista entre Vettel y yo, y en el box entre Helmut Marko y yo. Puede que la recuerdes. Las imágenes tardaron en estar en internet minutos. Es el poder de internet y las redes sociales. La gente juzgó y te reconozco que sentí cierta rabia porque se estaba interpretando lo ocurrido de una forma que nada tenía que ver con la realidad.»

«Necesitaba dar cinco vueltas seguidas para ver cómo se comportaba el coche y cómo se degradaban los neumáticos delanteros con los 150 litros de combustible sin que cupiese una gota más dentro. Vettel (que había ganado el mundial de 2010 y ya tenía el de 2011 asegurado) iba detrás de mí y, como siempre, teníamos órdenes precisas de que cuando viéramos un Red Bull detrás le dejásemos pasar al segundo, aunque fuera un libre. Le dejé pasar. Aquella indicación era como una religión. Obviamente, intentas jugar lo más limpio que puedas y si tú estás en tu vuelta lenta y ves venir a otro en una vuelta rápida, no vas a molestar; pero, como te digo, en Red Bull era algo sagrado.

Como decía, le cedí el sitio, me adelantó, se pasó de frenada en la primera curva y se fue recto, así que le pasé. Como iba sin carga de combustible y tenía un coche que iba cinco segundos más rápido que el mío, me volvió a alcanzar. De nuevo sacrifiqué mi vuelta y le dejé pasar. En la primera curva se volvió a salir. Le volví a pasar y, en ese momento, decidí que era suficiente. Estábamos en la tercera de libres y tenía que hacer, por lo menos, dos vueltas seguidas. De nuevo me alcanzó, pero esa vez no le cedí el paso. Necesitaba hacer mis vueltas, no podía continuar perdiendo tiempo. Sinceramente, fui generoso; si quería, que intentara adelantarme o que buscara otro hueco por el que pasar. Me estaba jugando la octava o séptima posición con Sauber y no podía volver a perder tiempo y velocidad. Entonces Vettel comenzó a quejarse por la radio. “No me deja pasar”, “No me deja pasar”, “Decidle algo, no me deja pasar”, “Oye, que no me deja pasar”.

Cuando llegué al box me encontré a Helmut Marko montándome un show y bastante fuera de sí. Tan pronto como frené, Helmut empezó a gritarme con las cámaras grabando.

—Esto es inaceptable.

—Helmut, le he dejado pasar dos veces, ¡nadie me puede decir nada! Se ha salido dos veces en la primera curva. No estamos en una carrera, sino en una práctica de libres en la que yo tenía que hacer dos vueltas seguidas. ¡Ha ganado el mundial! Yo iba lleno de gasolina, él vacío. Es que no me puedes decir nada.

—Esto no funciona así. Tenías que verlo, ¡estaba detrás de ti!

—Lo vi, pero ¿tengo que cederle el paso en todas las vueltas?

—Todas las vueltas no, pero le estorbaste y, en ese instante, no es momento de pensar si eres más rápido o más lento. ¡Para nada!

—Lo era. Estaba peleando.

—No, no era una pelea porque pudiste haber frenado en la primera curva o haber disminuido velocidad. Además, tienes órdenes sobre esto.

—Yo no quería.

—Yo no lo acepto.

—Helmut, le he dejado pasar dos veces, ¡nadie me puede decir nada!

—Esto es inaceptable. Esto no funciona así — volvió a repetir, indicándole a Franz Post que le veía fuera.

Helmut se volvió y yo también. No tenía razón. Y menos allí, en medio del box, delante de todo el mundo. Una vez más, sí a la Fórmula 1, pero no a cualquier precio. No iba a dejar que me humillase.»

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