Paradojas: El modernismo que no va con el Rally Barcelona-Sitges 



Por Rosa Tantiñà. Pocas personas lo saben pero hoy hace una semana presentamos la 62 edición del Rally Barcelona-Sitges en el ‘Museu de la Ciència i la Tècnica de Catalunya’ (mNACTEC), en Terrassa. Este acto quedó inédito por las continuas anulaciones que propició y sigue propiciando la crisis sanitaria ocasionada por el Covid-19, pero quienes aquel día estuvimos presentes gozamos de veras con lo que vimos.

¿Por qué este escenario para una presentación en la que las ciudades protagonistas son Barcelona y Sitges? Pues porqué por primera vez el rally terminaba en un escenario distinto como es la Colonia Güell, reuniendo en Santa Coloma de Cervelló una pequeña parte de la historia del automóvil y la motocicleta aún conservada, precisamente en un marco de historia industrial de origen modernista y renombre universal. Y como denominador común para anunciarlo contábamos con el edificio ‘El Vapor, Aymerich, Amat i Jové’ del mNACTEC, una de las mejores obras arquitectónicas también industriales del modernismo catalán en cuyo interior se encuentran exposiciones muy interesantes como la dedicada a la evolución del transporte desde final del XIX.

Amalgamando todo ello, desde el punto de vista de los que tenemos pasión por todo lo que tiene motor, la presentación, más que un reto profesional se convertía en un caramelo para fundir lentamente en la boca, y así fue. Nada más llegar al museo y cruzar el gran arco que lleva al conocido patio de la fachada principal de la antigua fábrica textil, majestuosos se exponían tres vehículos, el más ‘joven’ de ellos de 96 años y el más longevo, de 101. Eran una muestra que representaba a los 64 coches, motos a parte, que este año vería el numeroso público que en cada edición vive con interés y ganas el Barcelona-Sitges en su salida, llegada y en todo el recorrido. Y, por encima de todo, eran tres joyas que los conservadores del museo habían sacado a la luz para que la presentación fuera el máximo acorde posible con lo que mostrábamos y ello atrajo también la atención de muchos ciudadanos anónimos que quedaban maravillados ante esta performance que nos trasladaba cien años atrás.

El coche más antiguo era un Hispano Suiza 16HP T30 de 1919. Fue la pieza que más preguntas levantó al grupo de periodistas que seguían la presentación y que escucharon con atención algunos de los apuntes históricos que el propio director del museo, Jaume Perarnau, daba, muy involucrado en esta presentación, acompañado de la presidenta de Foment de Sitges, Maria Marín, entidad organizadora de la prueba desde 1959. A la pieza de museo, nunca mejor dicho, le flanqueaba un Ford T de 1923 procedente de Estados Unidos y un Citroën B-14 de 1924 adaptado para hacer de taxi, de siete plazas, dos de las cuales plegables en la parte posterior. En suma, un retro espectáculo visual vintage y de gran valor, muy representativo de lo que es el rally, en ese momento como pequeña cata del gran aperitivo que tenía que venir.

Esta formación de bonitos ejemplares fue fotografiada en el patio del museo por todos los costados, contrapicados, perspectivas, e incluso fue grabada por la televisión local de Terrassa que inmortalizaba así la primera vez que el Rally Barcelona-Sitges descentralizara sus presentaciones. Y tras la sesión fotográfica, el acto se desplazó al interior, en concreto al espacio reservado a una de las exposiciones de larga duración dedicada a la evolución del transporte en nuestro país.

La entrada al museo fue imponente. Casi pudimos imaginarnos como debía de ser la vida de los trabajadores de la fábrica de principios del siglo XX. Allí se realizaban todos los procesos textiles: se hilaba, se tejía, se teñía y se practicaban los acabados de la lana. Dentro de las distintas naves se extendía la más diversa maquinaria para hacer todos estos procesos. El ruido que se producía en aquel interior durante turnos de hasta 11 horas dicen que era aterrador y los obreros llegaban a comunicarse prácticamente por signos. En el textil trabajaban hombres y mujeres, pero la presencia femenina era mayoritaria en algunas secciones como la hilatura, lo que daría pie a hablar del papel femenino en la revolución industrial, aunque sea ese un o más capítulos de otra historia. Hoy, en cambio, a nuestros ojos era un placer estar dentro del museo, viendo ese espacio amplio tan sólo complementado por las distintas exposiciones que lucían bajo la luz que emana del techo por el sistema constructivo de la bóveda catalana que no pasa desapercibido por nadie. Es tan célebre ese techo que existen centenares de fotografías del tejado del mNACTEC, y el paseo por las bóvedas es un atractivo turístico que el museo ha sabido promover, de día y de noche.

Pero centrándonos en lo que nos ofrecía la presentación, en la nave central, al fondo, estaba la exposición sobre el transporte no sin antes pasar por el lado de las avionetas colgantes como emblema de la parte dedicada a la aviación y que permite hacer ese trayecto transversal por la historia del transporte desde sus inicios hasta la actualidad. Para tal finalidad, hay expuestos coches, motos, camiones e incluso bicicletas. Al ir acompañados de los máximos responsables del museo por los anchos pasillos, supimos que del material expuesto destaca un automóvil de vapor Locomobile, del siglo XIX, en concreto de 1899. También hay uno de los primeros SEAT 600 fabricados, de 1957; un curioso Biscuter de 1955, y en el apartado del transporte por aire destaca un avión Fairchild de 1932 alucinante. Todo este espectáculo lo completa la exposición motociclista “Viva Montesa” que cuenta la historia de una marca referente a través de distintas etapas y hazañas como la ‘Operación Impala’, la ‘Operación Crono’, la participación en las 24 Horas de Montjuïc, y todo acompañado de documentos, publicidades, vestimenta…

Los ojos de los que allí estábamos concentrados no daban abasto ante tanta historia, alguna parte de ella ya conocida gracias a pequeños retales descubiertos en múltiples salones, ferias, encuentros… aunque no todo expuesto en un espacio tan amplio y magno como ofrece este museo.

Tras concentrarnos ante un distinguido escenario capitaneado por un antiguo vehículo y la figura de un empleado de surtidor de gasolina muy vintage, prosiguió la presentación del Rally Barcelona-Sitges con los parlamentos de Maria Marín y todos los detalles previstos para la edición de este año. Y como colofón, en el turno de preguntas, la que no consideramos clave pero que, a una semana vista, parece un sinsentido: ¿Temen que el coronavirus les afecte? Y contestaba María convencida: “Nuestro rally tiene muy buena salud. En 62 años no se ha detenido nunca: ni tormentas, ni situaciones excepcionales han podido con él… esperemos que este coronavirus no haga mella”.

A las dos horas los ayuntamientos de Barcelona y de Sitges anunciaban que por la evolución alarmante que conllevaba estar todos expuestos al coronavirus, el rally no se podía hacer en las fechas indicadas y por la noche, en una reunión de urgencia, Foment de Sitges decidía cancelar la edición. El enemigo invisible pudo con un rally –y con otros miles de eventos– que nunca hubiesen pensado estar en este trance y que ha alterado el día a día de todo el mundo. Como nuestra historia, confiemos que la situación de alarma actual muy pronto sea, nunca mejor dicho, ‘historia’. #stayhome #yomequedoencasa #cuídate.

Rosa Tantiñà
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