Historia: Una de 1981 con un Seat Panda 



Por Josep Autet.

Estamos en Les Preses, Girona, en la fábrica de mobiliario y utensilios de camping Capisa. Es sábado, 6 de junio de 1981 y hemos llegado a esta instalación hace poco, después de almorzar y tumbarnos un rato en el hotel de Olot. Queda poco más de una hora para tomar la salida del VII Rallye Garrotxa, una prueba del Campeonato de Catalunya que también recibe el nombre de IV Critèrium Teri Serra, en honor al insigne piloto fallecido en 1978, un año después de haber ganado precisamente este mismo rally.

Como casi todas en aquella época, la carrera era prácticamente nocturna, porque tras Batet y el siguiente tramo, que era secreto, y sobre todo por llevar un número muy alto, el 52, la oscuridad te pillaba casi en esta segunda especial. Claro que nosotros llevábamos una buena iluminación, un par de Oscar y otro Súper Oscar que el día antes habíamos enfocado según lo aprendido el año del europeo, lo que debía permitirnos una buena visibilidad.

Si os fijáis, el coche lleva publicidad muy común en aquellos primeros años 80: Rango, Michelin, Cibié, incluso una pegatina del Porsche 935 Silhouette de Jean-Marie Alméras y, evidentemente, el parasol de Zanini Racing: ahí reside el quid de la cuestión, vamos a presentarnos. Mi piloto en esta aventura comarcal es Josep Maria Salvans Rifà, un amigo de Zanini con el que llegué a tejer también una buena amistad con motivo del europeo del que este año se cumplen 40 temporadas. Salvans era uno de los denominados “amigos de Zanini”, gente solvente y voluntaria que apoyaba al campeón sin aportar dinero pero sí sufragando gastos de logística.

Josep Maria estuvo en algunos rallyes del Campeonato de Europa de 1980 llevando consigo un mecánico de su negocio que se unía al cuerpo de asistencia del equipo. Además, Salvans nos cedió durante un par de años un Renault 4 F4 que pintamos de amarillo con las franjas Rango-Zanini Racing para transportar material de todo tipo en los rallyes que organizábamos del campeonato de promoción. Entre carreras, el coche me servía para ir y venir de Viladrau transportando de todo, desde neumáticos a petacas de gasolina.

Con Josep Maria Salvans habíamos hablado ese año 1980 de hacer algún rally juntos, el ya había disputado carreras aisladas en los 70 y dicho y hecho se hizo equipar su Seat Panda 45, con el que salimos al Rallye Garrotxa de 1981. Yo aquel año estaba corriendo con Aman Barfull el Volante RACC pero este rallye estaba fuera del programa.

“Josep Maria, oju, que aquesta vegada no m’has fet cas!” (ojo, ¡esta vez no me has hecho caso!), le dije en algunas curvas de Batet. Salvans iba descubriendo, por lo que parece, gente conocida y le daba al gas y al volante que no veas. Llevábamos notas tipo Zanini pero las prestaciones de un Panda de estricta serie tampoco eran nada del otro mundo, de modo que entre levantadas de rueda trasera en algunas curvas y giros de dirección a tope en otras fuimos recorriendo la parte inicial del rally. Salvans conducía muy bien (y sigue haciéndolo ahora), la realidad es que sí hacía caso y lográbamos ir bastante rápidos, pero nuestras ganas de correr pudieron más que la propia resistencia del vehículo.

Tras tres o cuatro tramos el asunto funcionaba francamente bien, Salvans manejaba con soltura y seguridad y el ambiente dentro del coche era de disfrutar, pero aquel ritmo y una suspensión sin duda demasiado dura fue haciendo mella en las torretas de los amortiguadores. En los baches de Cladells pegábamos unos botes que para qué y a todo el frontal se le iba notando una sospechosa inestabilidad. Al rato se empezaron a oír como golpes secos en el vano motor, conseguimos acabar el tramo y levantamos el capó. Las copelas de los amortiguadores estaban sometiendo a tal esfuerzo a la parte superior de las torretas que éstas estaban tan arrugadas por los vaivenes que poco a poco iban rompiendo la plancha.

¿Qué hacemos? Eso no tiene reparación posible pero como aún no estaba roto del todo, enfocamos hacia Osor. En Anglés teníamos gente de asistencia y creíamos poder llegar, en realidad sí lo logramos pero a costa de que los amortiguadores no sólo destrozaran por completo las torretas sino que en las curvas golpearan sin misericordia el capó hasta el punto de abollar espectacularmente la chapa y prácticamente agujerearla. Despacio, totalmente desanimados, logramos rodar hasta final de tramo y de allí seguimos hasta la asistencia, donde tiramos la toalla. Sin duda una barra de sujeción entre ambas torres hubiera ayudado a soportar la flexión del chasis ¡pero ese era el coche del trabajo de Salvans!

En fin, se acabó y curiosidades del destino: aquel Garrotxa lo ganaron Jaume Pons-Francesc Grané (Opel Ascona 2000 SR grupo 2 ex-Beny), en una temporada en que la guerra entre seguidores de Pons y de Zanini llegó a cotas increíbles. En el Critèrium Montseny-Guilleries, tres meses antes del Garrotxa, se produjo un incidente entre ambos en el enlace de entrada a Sant Hilari que acabó con Pons estrellándose contra un árbol. Ni nosotros ni la historia de hoy tiene nada que ver con el asunto en cuestión, sólo sirve para indicar que el nombre que llevábamos en la visera no contaba con la simpatía de todos…

Un par de años después es bien conocida la gran temporada que pude protagonizar con Jaume Pons, todo un virtuoso con el R-5 Turbo, y muchos, muchos años después, Josep Maria y Jaume ¡serían consuegros! La vida, realmente, da muchas vueltas.

Josep Autet
Taradell, 24 de abril de 2020

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