Historia: Rallye Monte-Carlo 1972, una aventura singular 



Por Josep Autet.

En marzo de 2019 publicamos un reportaje sobre la que significó la teórica entrada en competición de Seat. Salvador Cañellas, principal responsable de aquella acción tan valiente como involuntaria, nos contó cómo fue y cómo afrontó aquel prodigioso inicio de la temporada 1972. Fue un diálogo delicioso en el que se pudieron saber muchas cosas poco conocidas de aquellos rallyes en los que participó con un 1430 de estricta serie. Este artículo lo publicaremos de nuevo mañana, en una segunda entrega del reportaje que ahora estáis leyendo, porque antes de que “el nen” llevara a cabo con un Seat 1430 de grupo 1 un inicio de campaña 72 extraordinario, hubo una expedición de tres de estos 1430 –entre ellos el que posteriormente pilotaría Cañellas– al Rallye Monte-Carlo de esa misma temporada, coches totalmente de calle pertenecientes a la flota de prensa de la marca.

Considerábamos que era importante escribir sobre esta participación en Monte-Carlo ya que muy probablemente sin ella no hubiera habido la prolongación deportiva que Cañellas inició en el Costa Brava, aventuras que como decimos nos contará en el reportaje de mañana. En el Rallye Monte-Carlo de 1972 se inscribieron tres equipos con vehículos Seat 1430 cedidos por la marca, en realidad unidades de estricta serie alineadas por la Escudería Costa Brava. Estos tres equipos los formaban Salvador Servià-Agustí Boix (nº 272, matrícula B-914.936), Enric Garriga-Valentín Alonso (nº 273, matrícula B-914.937) y Alfonso Plana-Julio Sánchez-Josep Planas (nº 287, matrícula B-914.938). Los tres coches fueron recogidos por los pilotos en la sede de la marca en Madrid, previo viaje de ida en tren, viajando luego por carretera al concesionario Seat de Girona: Automóviles y Suministros S.A., propiedad de la familia Forné.

Pero ¿cómo fue que arrancó este proyecto? Nadie mejor que Salvador Servià para explicárnoslo. Atento y amable como siempre, Servià disfruta tanto al contárnoslo como nosotros escribiéndolo…

“Fue una idea que estuvimos preparando unos meses antes con Eduard Rodríguez Enrich (hermano del ya fallecido Jaume Rodríguez), que era jefe de ventas de Automóviles y Suministros, concesionario Seat en Girona, Agustí Boix y otros miembros de la Escudería Costa Brava. Por mediación del propio Eduard concertamos una entrevista al por aquel entonces coordinador de las actividades deportivas de Seat, José Juan Pérez de Vargas, hombre que básicamente se ocupaba de la organización del campeonato de F-1430. Total, que acudimos ilusionados a la reunión en la sede de la Castellana y salimos de ella con el visto bueno de Vargas para participar en Monte-Carlo con tres coches que nos cedería”.

Hay que destacar que ni Pérez de Vargas ni Seat tenían ninguna intención de entrar en rallyes, pero esta aventura auspiciada por un importante concesionario catalán cuadró publicitariamente bien aquel momento. Los Seat 1430 eran prácticamente nuevos y llegaron a Girona con el tiempo justo para equiparlos con unas cubiertas más adecuadas (según Servià unas Firestone Town & Country, a las que se insertaron clavos), un par de faros y poco más.

Las tripulaciones antes descritas, según Servià, éra “gente de la Costa Brava, todos amigos, que le tomamos una gran ilusión al tema. ‘Agustinet’ Boix es bien conocido por todo su historial; ‘Jepi’ Planas, Enric Garriga y Valentín Alonso eran tres súper aficionados de Girona; Alfons Plana era un piloto famoso de Olot; y Júlio Sánchez, un mecánico muy experimentado de Figueras que posteriormente ayudó mucho a ‘Teri’ Serra”.

El único piloto de los tres con experiencia en el Monte-Carlo era Enric Garriga. Había participado el año anterior, 1971, con Jordi Bussó a bordo de un Renault 8 TS. Los otros pilotos no contaban con experiencia alguna en la carrera monegasca, si bien en esos años eran muy numerosos los equipos españoles que afrontaban el Monte-Carlo (en 1972 nada menos que 21), atraídos por la gran aventura que significaba el famoso rallye pero también por el hecho qué uno de los puntos de salida era, desde 1971, la ciudad de Almería.

El equipo por completo y los tres coches viajaron en tren hacia la capital de la Costa del Sol, una de las nueve ciudades de salida de la etapa de Concentración. La expedición la componían, además de los pilotos y copilotos (tres personas en el caso del 1430 nº 287), otros 4 componentes liderados en lo deportivo por el entonces presidente de Escudería Costa Brava, Manuel (o Manolo, tal como se le conocía) Ferrari Padrós, y en lo técnico con el propio Pérez de Vargas acompañado del técnico madrileño Mariano Otermín (famoso por sus preparados OTM), ambos en un 1430 furgoneta. Lógicamente, la presencia del dirigente de la marca demostraba el apoyo total de Seat a la expedición. ¿Quién hubiera dicho en aquellos días que de esta participación, y de lo que pocas semanas después sucedería con uno de estos coches, se crearía el germen de Seat Competición?

Durante esa etapa de Concentración los participantes recorrieron media España (de Almería a Mérida, Salamanca, donde se unían a los coches salidos de Lisboa, Ponferrada, Santander, Huesca y Lleida) hasta acceder al territorio francés a través del principado de Andorra. Ya al norte del pequeño país, tras coronar el Port d’Envalira y en plena bajada hacia Pas de la Casa, los equipos perdieron mucho tiempo al encontrarse con largas aglomeraciones de coches de esquiadores. En todo caso la ruta para los 1430 prosiguió sin demasiados percances hasta concluir la etapa de Concentración, de más de 3.300 km (curiosamente la salida de Almería era la más “corta” de todas), llegando todos exhaustos a Mónaco con penalizaciones asumibles para cada coche.

La expedición de Seat y Escudería Costa Brava estaba encuadrada en la categoría B, que equivaldría a promoción o amateur, los coches hacían todo el recorrido y el paso por los controles pero no se les cronometraba en los tramos, de ahí que se no se les exigiera indumentaria de competición. Los tres Seat 1430 empezaron el rally causando una buena impresión y por los tiempos en los controles pronto se situaron en cabeza de la clasificación de su categoría: Servià-Boix primeros, seguidos de cerca por Plana-Sánchez-Planas.

Pero en el Monte-Carlo de aquellos años y saliendo a los tramos en posiciones muy retrasadas (con 265 coches en carrera) el asunto era un auténtico problema simplemente de circulación, muy difícil de superar con la tremenda climatología reinante aquel año. Una gran nevada impidió a los coches poder continuar cuando solo les quedaban unos 400 km del recorrido de la etapa Común. Pero ¿qué es lo que sucedió? Salvador Servià nos lo cuenta: “Entre Burzet y Saint-Jean-en-Royans, en el enlace entre el cuarto y el quinto tramo y en los alrededores de Léoncel, cerca de Valence, cayó una nevada impresionante que nos hizo imposible poder continuar. La ventisca no te permitía ver nada y había unos muros de nieve que lo tapaban todo. Más de medio metro de nieve sobre el asfalto y un montón de coches cruzados bloqueaba la carretera hasta el punto que cortó el rally y nosotros tardamos muchas horas en poder superar el obstáculo, trabajando junto con otras tripulaciones a palazos y con la ayuda de una máquina que apareció. Pero no pudimos salir de allí a tiempo de seguir en carrera”.

En esa época la dirección del rally era muy estricta y por problemas así a los participantes de atrás no se anulaban los tramos, como seguro sucedería hoy en día... por lo que directamente quedaron excluidos más de 70 coches, entre ellos los tres Seat 1430. A todos les quedó el consuelo de que ninguno de los participantes en su categoría B pudo terminar la carrera y también les quedaron las ganas de intentarlo el año siguiente, como así fue en el caso de Serviá. Es bien sabido que Salvador, acompañado de su esposa Montse Invers, afrontó la edición de 1973 con un Seat 127, ¡nada menos que como viaje de novios!

Josep Autet
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Abril 2020

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