Un ingeniero de F-1, Nick Wirth, está convencido de ello 

¿Nos ayudará la aerodinámica a luchar contra el coronavirus? 



Por Raymond Blancafort.

La pandemia de la covid-19 parece que se reactiva justo cuando los niños están a punto de regresar al cole y el mundo laboral intentar ir recuperando su pulso… lo que crea multitud de incertidumbres.

Cuando sucedió el primer gran brote, el deporte del automóvil, no sólo los equipos de F1, se puso al servicio de la sociedad intentando ayudar en lo que para ellos era posible. Los equipos de F1 o los oficiales de fábricas han ayudado a fabricar y diseñar respiradores, aprovechando sus recursos técnicos y su experiencia en diseño digital y programas de simulación. Otros se han involucrado en la producción de mascarillas y otros elementos necesarios. Se han organizado subastas para recaudar fondos, se han efectuado donaciones o emprendido acciones para concienciar a los ciudadanos de la dimensión de la pandemia o de la importancia del compromiso individual para atajar los problemas.

En ocasiones, en las carreras –la NASCAR lo ha hecho de forma colectiva– se ha honrado a los sanitarios por su involucración pese al riesgo que corren. Indianápolis ha invitado a dos famosos cirujanos, que se han hecho virales en USA por sus actuaciones musicales en las redes sociales durante esta pandemia, para que cantasen el preceptivo himno nacional antes de la salida, los doctores Elvis Francois y William Robinson, conocidos como The Singing Surgeons. O el caso de Roberto Lacorte, gentleman driver de LMP2, propietario del equipo Cetilar Racing y de los laboratorios médicos PharmaNutra, que decidió donar el presupuesto que tenía para correr los anulados 1.000 km de Sebring para luchar contra el coronavirus.

A muchos les habrá sorprendido. Personalmente, unas cosas sí y otras no. McLaren, por ejemplo, lleva años trabajando mano a mano con la industria médica por sus conocimientos en minisensores. Mercedes diseñó un brazo biónico para un joven que lo había perdido.

Lo que sí me ha sorprendido y mucho ha sido leer un artículo de Nick Wirth sobre la importancia de aprovechar la aerodinámica para ayudar a contener la propagación de la pandemia. Un artículo en el que este ingeniero de Fórmula 1 explicaba las razones por las cuales se ha interesado en este curioso aspecto y sobre todo por señalar que es algo que deberemos tener muy en cuenta.

Wirth sostenía en su artículo que una vez la OMS “ha reconocido que el coronavirus se puede propagar por partículas en el aire, está claro que administrar adecuadamente el flujo de aire, sobre todo en interiores, será clave para todo lo que hagamos en el futuro. Desde el diseño de tiendas y oficinas, hasta el diseño de los aviones o la forma en la que se haga cola en los supermercados”. Y, obviamente, las aulas y comedores colegiales se encuentran en este caso.

Wirth estudió tanto la infección por coronavirus en un restaurante de Guangzhou –teniendo en cuenta las secuencias temporales de los comensales infectados en su posición en las mesas y su posición con respecto a los elementos de aireación o ventilación–, como en el crucero Diamond Princess. En el primero de los casos se dio cuenta de que los infectados eran solo los que estaban a un lado, que era hacia donde soplaba el aire acondicionado, y en el otro también encontró correlaciones entre diversas zonas del buque y la propagación de las infecciones.

Tuvo en cuenta el tamaño de las partículas que se expulsan al hablar y toser y que tenían un pequeño tamaño, unas siete micras y por tanto el aire podía transportarlas lejos antes de que, por gravedad, cayeran al suelo. Por el contrario, también tuvo en cuenta que los estornudos producen partículas más grandes y por tanto de menor recorrido. “Si bien hemos comenzado a adaptarnos a una nueva forma de vida a través del distanciamiento social, también debemos pensar en cómo podemos adaptar nuestro entorno para evitar la propagación del coronavirus”, sostenía Wirth y explicó que en un ascensor, donde las distancias sociales son muy pequeñas, hay una velocidad de ascenso de 1 metro por segundo, es decir unos 3,5 km/h.

“Nuestras simulaciones han demostrado que se pueden alcanzar reducciones espectaculares en la distancia de las personas y eliminar a la vez la posibilidad de que se contaminen, al tiempo que se “colocan” los contaminantes en el piso, que se limpian con frecuencia”, señala en el artículo.

Para Wirth, su estudio –hacer que la corriente de aire empuje las partículas hacia el suelo– no va enfocado a la covid-19, sino a preparar nuestro entorno para futuros virus y pandemias que sin duda llegarán. Admite que podrán llegar vacunas contra la covid-19 y otros futuros coronavirus, pero lo importante es mitigar sus efectos y su propagación antes que los científicos encuentren el antídoto oportuno, “porque en el futuro estos virus serán la mayor amenaza para la humanidad”.

Perdón. A todo esto no he dicho quién es Nick Wirth, uno de los tipos más curiosos que me he encontrado en el mundo de la competición con una influencia mucho mayor en el mundo de la Fórmula 1 de lo que los aficionados se imaginan, y cuyo nombre es prácticamente desconocido para casi todos.

Quizás a algunos les suene porque fue el creador de Symtek Grand Prix, efímero equipo de fondo de parrilla de la F1, al volante de uno de cuyos coches falleció Roland Ratzenberger en aquel infausto GP de San Marino de 1994, justo el día antes de que falleciera Ayrton Senna. O quizás porque estuvo involucrado en el proyecto Virgin de F1.

Sólo una vez he hablado con él. Fue cuando se intentó poner en macha el proyecto español Bravo de Fórmula 1, mucho humo pese al nulo fuego, del que Jordi Gené debía ser el piloto. El proyecto fue anunciado en Barcelona a finales de octubre o primeros de noviembre de 1992 y presentado oficialmente en febrero de 1993. Quise aprovechar que en mi desplazamiento al RAC Rally, para ser testigo del segundo título de Carlos Sainz, debía pasar por Banbury rumbo a la base de la prueba, para decidir con Josep Viaplana –él, del rotativo Sport y yo, de Mundo Deportivo–, pasarnos por Wirth Research para saber algo más, desde el punto de vista técnico, sobre el proyecto.

Debo recocer que Wirth me pareció entonces un visionario. Nos habló de una serie de cosas, como diseño por computador, simulación, aerodinámica por computador, etc. que podían parece casi ciencia ficción entonces. Pero por mis estudios (teóricos, porque dudo que alguien haya ido a tan pocas clase como yo) de ingeniería me parecieron que Nick estaba adelantado, muy adelantado a su tiempo… tanto que rozaba la ‘ciencia ficción’. Hoy, casi 30 años después, aquello de lo que nos habló, al menos en buena parte, es una realidad o está camino de serlo.

Wirth estaba “protegido” por Max Mosley –unos decían que era su ahijado y otros su sobrino– y Bernie Ecclestone. El proyecto Bravo nació sobre cenizas de un chasis Andrea Moda, pero realizó un proyecto con el cual BMW y VW estuvieron cerca, muy cerca, de entrar en Fórmula 1. Más adelante estuvo en Benetton F1, como ingeniero de estudios avanzados. Y más delante hizo algunos coches para Honda en la IndyCar y para Acura, vehículos que ganaron varias carreras en las ALMS y la IMSA… y su diseño fue totalmente virtual, incluida la aerodinámica, aunque más adelante debió recurrir al túnel de viento para mantener la competitividad. Y también su proyecto del primer Manor fue completamente virtual.

Aunque en la actualidad Wirth Reserach ofrece servicios técnicos a muchos equipos y al mundo de la automoción en general, es quizás más conocido por los pilotos porque dispone de un avanzado simulador, que alquila por horas o por días.

Lo de aprovechar la climatización como ayuda a la prevención me ha parecido una visión de futuro lógica e interesante, muy a tener en cuenta. Después de todo, Williams Grand Prix Engineering –a través de Advanced Technologies– también ha diseñado unas avanzadas neveras para supermercados, aprovechando la aerodinámica para mantener la temperatura. Pero también Wirth trabaja en este campo y en el de la refrigeración de grandes superficies, así como en la construcción de edificios que aprovechen de ventilación natural.

© Raymond Blancafort
Septiembre 2020

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