Artículo de Emilio de Villota 

“Juan Fernández el más querido, el más admirado” 



Por Emilio de Villota.

Hablar de Juan Fernández es difícil sin dejar de emocionarse y admirarle. Una persona sencilla sin aspavientos, familiar, amigo de todos y un piloto excepcional. Mi primer contacto con él fue en 1969, en las 2 horas del Jarama que compitió creo recordar con un 911R y yo con un Lotus Súper Seven que bautizamos como Jarama.

Era una época en la que en el Circuito del RACE se celebraban bastante a menudo carreras de Sport-Prototipo y GT. Y apenas dos o tres meses después volví a coincidir con él en las 6 horas del Jarama. Una carrera épica por la lucha por la victoria en la que rivalizó acompañado por Paco Godia nada menos que contra Jochen Rindt y Alex Soler Roig, ambos sobre Porsche 908.
Al fondo de la clasificación, con retirada en la última vuelta, me encontraba haciendo equipo con Fernando González Camino a bordo de un Matra Renault 1.100.

El resultado de Juan en la que fue última carrera de Paco Godia me pareció extraordinario por ser capaces de hacer una gran carrera y tratar de tu a tu a Rindt y Soler-Roig. Mi siguiente contacto con él tardaría en llegar 12 años tras sus múltiples victorias de todo tipo en circuitos, rallyes y subidas en cuesta. Fue en 1981 cuando invitamos a Juan a participar en las 24 horas de Le Mans con Guy Edwards y conmigo a bordo del Lola Ford T600. Juan había participado cinco veces obteniendo como mejor resultado un gran 5° lugar a bordo de un Porsche 908/3 y para mi era cumplir un sueño compartir volante con el que considero mejor piloto gentleman de nuestro deporte.

Allí conocí a su mujer Carmina y tuvimos con mi esposa Isabel un cierto ambiente de familia. Tras los entrenamientos Juan se mostró bastante inquieto por ser la primera vez que conducía un aparato con efecto suelo. Su sensación de adherencia a la carretera especialmente en los baches y en curva media y alta velocidad le inquietaba bastante, algo a lo que no estaba acostumbrado con sus barquetas y mucho menos con el Porsche 908.

La carrera transcurrió con bastantes incidencias especialmente relativas a la caja de cambios, que fuimos perdiendo sucesivamente marchas, pero no obstante nuestro gran objetivo que era acabar lo conseguimos en una discreta 15ª posición pero 3ª en la categoría. Terminar Le Mans produce una sensación de especial satisfacción por el esfuerzo de todo el Equipo y también por la responsabilidad frente a los patrocinadores que han hecho posible tu presencia en la prueba. Fue fantástico para mí, por ser mi primera participación, pero también para Juan que de sus cinco participaciones anteriores sólo había podido terminar en una edición.

Años después, Juan fue el promotor de que nos uniéramos Fermín Vélez y yo en una magnífica temporada 86’ con el Porsche 956 bajo la organización de John Fitzpatrick y los colores de Danone y Porsche España. Terceros en los 1.000 km de Nürburgring, cuartos en las 24 horas de Le Mans, quintos en las 6 Horas de Silverstone, octavos en los 1.000 km de Jerez, décimos en Monza u decimoprimeros en Spa.

Juan estuvo a punto de subirse con nosotros en las 24 horas de Le Mans de ese año pero en el último momento estimó no hacerlo pensando que el equipo podía hacer un gran resultado y él no se encontraba suficientemente entrenado para hacer una carrera de esa duración. Un detalle más de su nivel humano como deportista, poniendo incluso por delante el interés del equipo al suyo personal.

Juan perteneció a una gran generación de pilotos españoles como Soler-Roig, José María Juncadella, Jorge de Bagration, Bernard Tramont, Enrique y Alberto Ruiz Jiménez, Paco Torredemer, José de la Peña, Eugenio Baturone, Eladio Doncel, Ben Heiderich, Estanislao Reverter... entre otros muchos. En mi opinión ninguno como Juan Fernández ha perdurado en el tiempo como el y consumiendo sus últimos años deportivos en una modalidad de la peligrosidad de las subidas en cuesta.

Pero sobre todo nadie ha encarnado como él la definición de gentleman driver y ha representado los valores de nuestro deporte de competitividad y sencillez. Un muy fuerte abrazo Juan para ti y toda tu familia, especialmente para Carmina, tu fiel escudera.

Emilio de Villota
Septiembre 2020

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