Días de puñetazos y de aplausos 



Por Josep Autet.

Hemos vivido un fin de semana repleto de emociones, alguna de ellas un auténtico puñetazo a los que amamos el automovilismo y el mundo de los rallyes. Pero también hemos asistiendo a hazañas que han merecido nuestros mejores aplausos. Así es la vida, todo se combina de un modo que los días van pasando y los acontecimientos, buenos y malos, se suceden sin que, en el fondo, podamos hacer nada para torcer las decisiones del destino.

La muerte el pasado sábado en accidente de competición de la jovencísima Laura Salvo sobrepasó todos los límites. Sabemos que la competición es riesgo, pero a menudo ese peligro que comporta se transforma en auténtica mala suerte, como ha sido el caso, lo que nos recuerda que el riesgo en el automovilismo, aún con medidas de seguridad extremas, sigue siempre ahí.

No conocía a Laura Salvo, sí en cambio a su piloto, Miquel Socias, a quien descubrí en Andorra en 2018, año en que ganó con gran mérito las GSeries 2. No quiero ni imaginar cómo lo debe estar pasando tras esta tragedia, deseo que sepa encontrar el camino de la serenidad porque de un mazazo así no se recupera uno fácilmente. Se han publicado multitud de fotos de la joven Laura, me ha sorprendido la cantidad de rallyes y pilotos a los que había acompañado con sólo 21 años, sin duda era una chica que vivía para esto, como su hermana María. Cualquier palabra o frase hecha no sirve para aminorar el dolor que ha causado su muerte. Mi pena –como la de tantos otros colegas– se une a la que están sufriendo los suyos. Pena por ella, por su familia y amigos, por el colectivo de los copilotos en el que me cuento.

Laura era una de las nuestras, una copiloto de rallyes, pertenecía a la generación más nueva de la estirpe, la que tiene que seguir con una actividad, que a veces llega a profesión, arriesgada pero altamente gratificante para quien la hace por vocación, como era el caso. Por eso no deja de maravillarme que chicas y chicos tan jóvenes sigan dedicándose con tanta intensidad a un mundo que lo fue todo para mi hace años. Eran otras épocas y todo muy distinto, pero la esencia de la actividad sigue siendo la misma. Animo a todos los jóvenes como ella a que sigan empujando, toda dedicación plena y constante tiene su premio, tarde o temprano, y ese también será el mejor homenaje que podamos hacer, entre todos, a Laura Salvo El Hage.

La vida presenta cambios bruscos y coincidencias lamentables. Con la terrible noticia del accidente de Portugal, llegaba también la del fallecimiento de Tomás Aguado, un copiloto de mi generación con el que había compartido equipo y rallyes por esos mundos de Dios. Fallece una jovencísima copiloto en accidente de carreras y también desaparece, en este caso no por esas causas, uno de los copilotos importantes de los años 80 y 90.

En 1989, cuando yo corría con Mia Bardolet el nacional de grupo N como equipo semioficial de Ford España, Tomás Aguado y Chus Puras eran el dúo oficial de la marca tras haber realizado, un año antes, el mismo programa que nosotros. En ese año 1989, Puras y Aguado sustituían a Sainz y Moya al volante del Sierra RS Cosworth “Marlboro” de grupo A. Ganaron varios rallyes y lograron el subcampeonato de España, tras haber estado en más de una ocasión a punto de darle la vuelta a la situación, pero Bassas y Rodríguez pudieron doblegarles tras algunos rallyes de tensión real.

Tomás era una persona muy, muy reservada, casi sorprendía que alguien que muchas veces pasaba desapercibido por propia voluntad fuera uno de los grandes en un mundo tan tremendamente competitivo como el de los rallyes en un equipo oficial, a menudo con presiones nada fáciles de soportar. Era un bonachón, un hombre responsable y muy ordenado, alguien en el que podías confiar y con el que no costaba nada sintonizar. Aquel año 1989 fue importante para todos, aunque al final de la temporada, tercera de Aguado con Puras, Tomás dejó de acompañar a Chus.

Tuvo que esperar unos cuantos años, cuando unió su destino deportivo al de Pedro Javier Diego en el nacional de rallyes de tierra, para que se hiciera justicia y su nombre apareciera por fin en el palmarés. Juntos lograron tres títulos absolutos y con tres coches distintos: Subaru Impreza, Toyota Celica y Ford Escort, un triplete entre 1997 y 1999 que hicieron de Tomás Aguado todo un triCampeón de España, tan merecido como fugaz.

Otra ironía del destino del fin de semana ha sido que mientras Tomás Aguado se iba casi de incógnito, otros dos cántabros de los rallyes, Dani Sordo y Carlos del Barrio, lograban en Cerdeña su tercer triunfo en el WRC, un éxito maravilloso conquistado a lo grande y que forma parte de los aplausos que se combinan con los puñetazos del fin de semana. Personalmente he vivido otros aplausos, como las fantásticas victorias de Albert Costa en las GT World Series del Circuit de Barcelona-Catalunya, triunfos también de gran formato aunque destinados al discreto eco al que se aboca actualmente a todo lo que no sea logrado en las modalidades importantes.

Acontecimientos del fin de semana aparte, vivimos una época que nos marcará a todos, transitamos por un camino largo y penoso, y si además la vida nos sorprende con reveses como los de estos días, vamos apañados. Ánimo a todos, creo que lo mejor es no parar de hacer lo que más nos guste, cada cual sabe bien qué es lo que vale la pena en su vida. Y a eso hay que prestarle dedicación y esmero. Y no olvidemos a los que se van quedando por el camino.

Josep Autet
11 de octubre de 2020

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