Competición vivida: Cuestión de pundonor 



Por Josep Autet.

Pues nada, no pudimos acabar el 35è Rally Empordà. Nuestra actuación cabe considerarla buena pero la batería dijo basta nada más terminado el quinto tramo. Como siempre, habíamos preparado bien la carrera, con Jordi nos lo podemos combinar y siempre encontramos un par de mañanas o tardes para dedicar tiempo a los reconocimientos, que esta vez siendo sinceros fueron más bien repasar lo muy experimentado en los meses previos con muchas carreras circulando por la misma zona.

Optamos por salir con unas Pirelli D5 y la monta resultó acertada, a mitad de rally sustituimos un par de ellas y a pesar del calor y el castigo que tuvieron que aguantar funcionaron bien, algo que dependiendo de la temperatura reinante no se suele tener tan claro a priori. Empezar el rally en ‘Els Àngels’ es sinónimo de arrancar rápido. Al salir con el nº 2, la pista estaba en buenas condiciones salvo algunas gravillas proyectadas por el Skoda de Pons-Chamorro, que nos precedía. Terminamos quintos pero segundos en clásicos, ya que el Ibiza de Oliveras-Alsina es un F2000 que no sabes bien a qué lado de la clasificación colocar. Por edad es lógicamente un clásico, pero por preparación es todo un coche de carreras distinto al original que en manos de Dani vuela, tal cual. Todo eso viene al pelo para comentar si los clásicos deben correr en carreras de velocidad de coches modernos, como era nuestro caso, pero eso lo dejaremos para una próxima redacción, vamos a explicar hoy nuestra actuación en el Empordà.

El segundo tramo era ‘Santa Pellaia’, ahí vencimos a Oliveras y mantuvimos nuestra quinta posición provisional, sólo 3” por detrás del Ibiza. Por delante, inalcanzable como es lógico, el Fabia Rally2 de Pons-Chamorro, el Porsche 997 de Domenech-Cercadillo y también el eficaz Citroën DS3-R3T de Segú-Gil. ‘Sant Grau’, otro clásico de la zona, no era nada adecuado para nuestro Sierra. Las ondulaciones y baches de la bajada seguían recordándonos cómo eran las mecánicas de hace 30 o más años, eficaces, duras y rápidas, sí… pero lejos de los coches de ahora, ágiles y con una capacidad de pasar rápido por las dificultades que sólo quien ha podido conducir ambos tipos de automóvil puede entender en toda su dimensión.

En ‘Sant Grau’ pudimos dar cuenta de Oliveras-Alsina y ascendimos una posición en la general, parece ser que ellos tuvieron alguna emoción y eso lo aprovechamos nosotros para sacarles 7 segundos largos y colocarnos cuartos. En este tramo vivimos una situación agradable para la familia Ventura-Zaragoza, por cuanto su hijo Marc, con Carles Jiménez a su derecha, terminó casi 2” por delante nuestro, primera vez que esto sucedía, tras aprovechar muy bien las cualidades de su Peugeot 208 Rally4 en ese tramo tan bacheado, coche que descubría en este rally.

Nos salió bien ‘La Ganga’, cuarta posición 4 décimas por delante de Segú-Gil. Nuestra cuarta plaza provisional parecía sólida pero cuando corres a tope no te das cuenta de la lucha desigual entre coches modernos y antiguos. Para nosotros, aspirar al podio era un asunto bien seductor. Tras el parón de mitad de rally, que afortunadamente nos sirvió para ducharnos, beber y comer tras padecer un calor enorme en el habitáculo-sauna del Sierra, arrancamos ‘Els Àngels’ segunda pasada y pronto vimos que aquel tercer lugar que ocupaba el DS3 era una pieza codiciada, difícil pero posible…

Jordi pilotó a un nivel enorme, tras Lloret de Mar y Costa Brava posee un nivel de confianza y acoplamiento al Sierra excelente y esgrimió sus mejores artes: cuarta posición absoluta, 3’4” por delante de Segú-Gil, a quienes teníamos ya a 7”. Bajamos como una exhalación, todo es mejorable en la vida, pero nuestra actuación con el Sierra en ese tramo fue francamente muy buena. ¿Realmente íbamos a por la tercera plaza? Por una parte sí, pero por otra no era cuestión de confiarse con los Peugeot 208, especialmente el de Marc Ventura, y tampoco del Ibiza de Dani Oliveras, que deseaban claramente superarnos.

Nada más arrancar del stop de final de tramo empezó la parte amarga de las carreras. El coche literalmente se paró, el arranque no funcionaba y ahí al borde de la carretera nos quedamos detenidos. Era opinión general del equipo que la batería posiblemente empezó a fenecer en la parte final del tramo pero el enorme trabajo del alternador suministrando suficiente energía para seguir a ritmo de carreras nos permitió seguir atacando sin que se notara nada. Pero cuando se le solicitó a la batería que hiciera el trabajo por su cuenta, entregó todo lo que le quedaba para hacer unos cuantos metros y decir basta.

Saber que el problema era la batería no fue tarea rápida, sustituirla por una de una furgoneta tampoco (obviaré los detalles), pero lo cierto es que con todo bien sujeto y en marcha llegamos 5’ tarde al control previo a ‘Santa Pellaia’, lo que deberían ser 50” reales de penalización. El vía crucis no había hecho más que empezar.

Afrontamos la especial fuerte, nada había cambiado en nuestro objetivo si bien ya nos considerábamos por detrás de nuestros rivales antes mencionados. A mitad de tramo nos encontramos a Oliveras-Alsina accidentados con su Ibiza, todo ok para los ocupantes y nosotros seguimos a buen ritmo pero como 2 km después el coche se volvió a parar, con la inercia justa para que Jordi lo ajustara al borde de la carretera, después de una curva. Jordi se lanzó a comprobar cómo estaba la batería y detectó que el cable de uno de los bornes, atado como se pudo con bridas y eslingas, se había soltado. Mientras, yo me situé antes de la curva con el cartel de Ok que contiene el road book, indicando a los coches que tenían que ceñir su trazada por el margen izquierdo de la carretera.

Ja ho tinc arreglat!”, gritó Jordi Ventura; como poseídos, entramos en el coche y nos atamos para proseguir nuestra marcha. Habían pasado 5 coches, lo que significaba entre 5’ y 6’ reales perdidos, todo había acabado para nosotros y se barajó la retirada. En una gasolinera en el enlace hacia ‘Sant Grau’ repostamos y sin nervios volvimos a sujetar todo aquel enjambre de cuerdas y bridas para sujetar la batería y mantener el contacto entre cables y bornes, completamente distintos a los de la batería original. Con todo visualmente a punto nos lanzamos rápidos para recorrer el enlace hacia el tramo, a cuyo control llegamos sólo unos segundos antes de que entráramos en nuestro minuto. Con esfuerzo y rapidez, completamente empapados, nos colocamos sotocasco, casco con hans, arnés, entramos en el control, fichamos y sin parar de “trabajar” avanzamos hasta la salida.

Por muy mal que vayan las cosas, un equipo de rally que se precie debe intentar seguir en carrera por poco que pueda, eso es así para nosotros y de este modo nos dieron la salida a las 17.32 en ‘Sant Grau’. Como siempre, toda la subida la hicimos tan rápida como pudimos a pesar del agotamiento que llevábamos encima. Jordi seguía por fortuna a su nivel y así de veloces seguimos en la bajada, pero los baches antes citados desmantelaron el apaño de la batería y el coche se volvió a parar, lo arreglamos con ayuda de un control, proseguimos, se volvió a parar, lo sujetamos de nuevo y continuamos nuestra marcha… en estas paradas nos pasaron yo diría que como 5 coches. Por tercera vez, el Sierra volvió a enmudecer, era el final...

Ya se lo había comentado a Jordi en la segunda parada, pero lo más práctico era que yo sujetara el cable en contacto con el borne y proseguir a marcha lenta para superar de algún modo el tramo y dejar de perder minutos a mansalva con tanto bajar del coche, lo que hice en esta tercera parada. Me metí en el maletero, Jordi cerró el capó y excepto en un par de baches en los que no pude evitar que mi mano se moviera, avanzamos sin demasiados problemas por la parte final del tramo hasta el control stop. “¿Y el copiloto?” le dijo el comisario, sorprendido, a Jordi, a lo que Ventura, entregándole el carné dijo: “Bueno, va detrás…”. “¡Así no podéis seguir! ¡Se os va a excluir!”, lanzó el control con rotundidad. Jordi no pudo más y le espetó: “¡Pues ya puedes quedarte el carné, nos retiramos!”, todo ello con unos gritos enormes míos para que no lo hiciera porque consideraba que era ya una cuestión de pundonor llegar a La Bisbal, ¡daba igual acabar últimos!

Es obvio que el esperado informe del comisario del control stop a dirección de carrera nos hubiera eliminado sin ninguna duda de la clasificación, pero a mí me hubiera complacido llegar al final del rally y en todo caso no entrar al parque para evitar el revés, ¡unos sesentones superándolo todo! Era un asunto de pundonor personal más que de realidad objetiva de la situación, está claro que estábamos fuera.

El tema es que, ya terminado ‘Sant Grau’, la gente de Baporo que nos esperaba volvió a sujetar, ahora ya con material más idóneo, los cables a la batería y, fuera de carrera, nos dirigimos a La Bisbal d’Empordà donde pudimos felicitar a Marc Ventura y Carles Jiménez por su excelente cuarto puesto absoluto, “nuestra” posición perdida, que no obstante no pudo pasar a mejores propietarios.

Esto ha sido largo hoy, amigos, la capacidad de síntesis ha brillado por su ausencia pero escribir todo esto ha sido para mí ¡casi como una terapia! Sólo comentar que mientras estaba metido en el maletero haciendo posible el contacto eléctrico, recordé una experiencia similar con Bilo Oliveras en el Rallye d’Hivern de 1982 en su Porsche 911 SC, ¡hace 40 años! Hice un artículo al respecto hace tiempo, os recomiendo que lo rescatéis.

Gracias a todas y a todos por vuestra atención y feliz verano.

Josep Autet
29 de mayo de 2022

Nota. Mi/nuestro agradecimiento a todo el personal de Baporo, que batalló todo cuanto pudo para ayudarnos en este vía crucis. También a Gerard Ventura por su ayuda en la “intendencia” para sofocar nuestro cansancio tras el brutal calor que sufrimos, y también por sus fotos. Y a Olga y Montse por contribuir con su presencia a que todo fuera más llevable, los rallyes también son eso. ¡Viva los rallyes!

Raimon d'Abadal, 29 • 08500 Vic | 938 852 256 | jas@jas.es