Porsche 911 Carrera RS 2.7 Touring, matrícula 4484 DKM 



Por Antonio Arderiu. 

Era la tarde del 4 de julio de 1975 cuando Jean-Paul Messina regresaba a su casa de Ostende en su Porsche 911 Carrera 2.7 Touring, coche que había adquirido dos años atrás. Jean-Paul era ingeniero de pista de John Wyer Automotive Ltd, equipo que acababa de vencer en Le Mans con un Mirage-Ford V8, con Jacky Ickx y Derek Bell a sus mandos.

Ese 911 lo había adquirido en la época en que su equipo hacia correr los 917 y era su coche de calle. Ya cerca de Ostende cayó repentinamente un aguacero que le cogió un poco desprevenido. Al intentar detenerse para evitar un camión atravesado se salió de la autovía y un bolardo (como los llaman ahora) golpeó fuertemente la parte delantera derecha del 911, torciéndole el bastidor.

Dadas sus estrechas relaciones con Porsche consiguió que se lo restauraran hasta el más mínimo detalle. Por ser quien era, y habiendo ya finalizado la producción del “ducktail”, le cambiaron el chasis dañado por uno de 911E de competición de turismos, que eran los mismos que los RS, manteniendo todo lo demás del RS original. Los trabajos fueron desarrollados bajo la supervisión de un encargado, de nombre Markus (retengan el dato), pero cuyo apellido no sé pronunciar y menos escribir.

Pasó el tiempo y en 2005 Cristian Marín andaba buscando por todo el mundo un 911 “pata negra“ para añadir a su colección. Le pedí que ampliara la búsqueda a otro, porque este era el coche de mis sueños. A los pocos meses se trajo dos, entre ellos el protagonista de este texto. Hicimos un trato magnifico (con Cristian no podía ser menos) y el RS pasó a ser mío previa matriculación en España. Salimos a probarlo un 6 de marzo por la noche con Julio Pardo (e.p.d.), que vivía en el piso de debajo del de la Sra. Marín.

Recuerdo la emoción al probar el coche por mi más deseado. Y también recuerdo que, bajando de Vallvidrera, en la curva del “kiki” (los que conocen Barcelona sabrán a la que me refiero…) nos marcamos un soberano trompo de lo animados que estábamos, afortunadamente sin consecuencias.

Con este coche corrimos en 2007 una Volta a Madeira junto con Andreu Miró (e.p.d.), Carlos Arrarte y José Mª Roca y, en 2008, un Tour de Corse. Nos invitaron, entonces, a un rally muy especial que se disputaba en Saint-Tropez. Un rally en el que no veías ni a un pobre (salvo yo) ni a una fea y en el que participaba un equipo del Museo Porsche que desplazó dos 356 (uno de ellos, un Carrera 2000), un RSK y un 911 SWB Targa soft window, asistidos por un equipo de cinco mecánicos en un precioso camión de asistencia plateado con letras rojas y una camioneta de igual color.

Estando en las verificaciones se me acercó el jefe del equipo Porsche y me indicó si me gustaría formar parte del team porque les faltaba un ejemplar como el mío. Acepté encantado y no logro recordar si me emborraché o no de la emoción. Ha sido la primera y única vez que he ido en un equipo oficial como conductor. Y todo eso con la emoción de llegar a un CH en que, sin bajar del coche, lo pusieran en un elevador y en un santiamén te miraran el aceite, las presiones, te dieran una toallita húmeda y agua… todo esto no tiene precio. Así como que, al llegar a cada etapa, antes de aparcarlo, lo limpiaran hasta extremos increíbles incluyendo el motor, todo eso creo que es algo que recordaré siempre.

A lo que íbamos: la segunda noche del rally, estando yo en mi coche haciendo ver que hacía algo, el jefe del equipo Porsche se me acercó y me pidió examinar el vehículo con todo detalle. Y cuando hizo las verificaciones del número de motor y del chasis me dijo “I know this car“, explicándome, a continuación, la historia que os he relatado al principio, ya que el caballero en cuestión era el tal Markus que lo había reparado cuando lo del accidente. Volví a verle en el Monte-Carlo de 2019, ya jubilado, y todavía se acordó del coche y me preguntó por el.

Pero no acaban ahí las monerías del coche. Cuando Ibercarrera se trasladó cerca de la Plaza Bonanova de Barcelona, me pidieron el coche para la fiesta inaugural. Ocupó un puesto destacado en la exposición y, cuando se trasladaron a la Zona Franca, me hicieron una propuesta de nueva y total restauración a unos precios que no pude negarme. El coche salió rejuvenecido y yo, con una foto con unas azafatas que solo llevaban su piel pintada como toda vestimenta.

Con este Porsche hemos hecho varios rallys de regularidad tales como el Barcelona-Andorra, el de la Llana, el 2000 Virajes, Costa de Azahar, el Entresierras, además de los ya citados Volta a Madeira y Tour de Corse... Pero su mayor utilidad es servir de válvula de escape a quien esto escribe que, de vez en cuando, lo conduce sin mas propósito que darse un agradable paseo por carreteras con poco tráfico para escuchar el embriagante sonido y sentir el “real and visceral driving pleasure“. ¿Conocen ustedes Coll de Jou, en la carretera de Solsona a Sant Llorenc de Morunys? Pues es de mis preferidas pues lo tiene todo para disfrutar de ese aparato: curvas enlazadas, paellas y una larga recta donde el rugido del motor, emborracha. Y luego, para relajarse, La Mina, con sus curvas ratoneras.

La última prueba competitiva que ha disputado este 911 ha sido el Rally Catalunya Histórico de 2018, donde con Lluís Góngora nos arriesgamos a sacarlo a petición del RACC. ¡¡Fue una delicia!! Y salí del baquet del 911 para sentarme en el lugar del chofer de un Rolls-Royce amarillo de 1920… pero esa ya es otra historia.

Antonio Arderiu Freixa
2 de agosto de 2022

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