El tema de los autos en casa... 



Por Toni Riberaygua.

Mi abuelo, Bonaventura Riberaygua Argelich, al que desgraciadamente no pude conocer, era una persona llena de cualidades. Fue jurista, escritor, estudioso del derecho y de Andorra... pero no sabía conducir demasiado, según me han dicho... De hecho, se hizo construir un garaje orientado para que cuando llegara a su casa no tuviera que hacer maniobras ni florituras. Unas buenas ruedas al fondo, que puso mi padre, hacían de control stop... Así mi abuela, Pilar Esteve Grau, co-piloto de fortuna alguna vez, ¡no sufría!

Al volante, el hombre tuvo algunos sustos. Tenía un Citroën y un día, yendo a trabajar a La Massana, quedó atascado en el antiguo puente de Sant Antoni. ¡¡Ni para arriba ni para abajo!! En aquel tiempo, en Andorra había poca circulación, prácticamente ninguna. Dejó el automóvil encallado ahí y, tras llegar a casa andando, pudo pedir ayuda. El puente se desbloqueó por suerte...

Mi padre, Bonaventura “Turi” Riberaygua Esteve, rompió con todo y aquí empieza la aventura... De muy joven, cogía el Citroën 11 CV de mi abuelo y sin su permiso iba con los compañeros simplemente a conducir. Era el placer de conducir, sin más... El ruido y el volante, avanzar de aquella manera con el Citroën le hicieron ver que la gasolina era lo suyo.

Con estudios de derecho, pero finalmente perito industrial, utilizó todo lo que aprendió para pensar en aquello que más le gustaba, el motor. Para comprarse el primer coche escribió un libro: “Conoce tu Citroën”; con lo que pudo sacar se compró –como no– un Citroën 11 CV.

La fiebre por el motor y el volante anidaban en su cabeza y muchos años después quiso competir. Con Simca Aronde, Opel Kapitän, DKW, Renault 8, Matra Djet, etc. etc. y con más vehículos de la época de todo tipo, lo que había, logró hacerse un pequeño –para mi gran– nombre en el mundo de la competición de aquellos momentos.

El hombre tuvo hijos, tres, y creó la afición al motor que tenemos en casa, con la ayuda increíble de mi madre Esther Sasplugas Capdevila... Mi hermana Cinta no pilotó, pero mi cuñado, Pep, hizo también algunas carreras ¡¡y muy bien!!

Mi hermano Turi Jr. no cogía el relevo todavía –le gustaba hacer trial y lo hacía muy bien– y yo, un buen día, después de hacer mil pruebas de jovencito con todo tipo de autos o parecidos y sin carnet de conducir –ahora ya ha prescrito…– me apunté al Rallye de Andorra con pseudónimo. Era 1980 y mi padre no quería que hiciera carreras.

Con Marcel Besolí preparamos el Mini de su mujer, trabajando por la noche y haciendo inventos, como muchos hemos hecho. Empezamos el Rallye de Andorra y durante muchos años hicimos equipo. Buen equipo con todos los amigos que nos ayudaban... ¡¡Mil gracias pandilla!! Vinieron rallyes, tierra, subidas, circuito... ¡¡de todo!!

Mi hermano, muy buen y fino piloto, también hizo de las suyas y en cierto momento, creo en una subida a Engolasters, llegamos a correr ¡¡el padre, los dos hijos y nuestro cuñado!! La pasión por el motor ha sido una constante en casa, guardar piezas antiguas, automóviles, motocicletas y también los de tracción animal –como decía un buen amigo mío–, las bicicletas. Empezaron mi padre y mi madre y nosotros detrás...

Hoy, en 2023, todavía tenemos este gen, conservamos el material y hablamos de coches casi cada día. Cada auto tiene su historia, que conocemos por haberla vivido. Cada pieza es un pequeño tesoro. Cada récord de carreras da para una buena tertulia...

Cuando no se elige y se siente, lo llevas contigo toda la vida, al menos yo, al menos en mi casa. Pasión por el motor. Cómo decía Paul Morand, “las pasiones, son los viajes del corazón”.

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