Capítulo I, por Rafael Castañeda.
“Creo que está casi terminado... échale un vistazo y si tienes alguna pregunta le enviaré un mensaje a mis neuronas para ver si recuerdan algo... ¡han pasado 53 años!”. Con ese mensaje, y el largo texto que lo acompañaba, Rafael nos exponía los hallazgos en el “viaje a sus neuronas”, una travesía muy cercana a la realidad que vivió en aquella inolvidable temporada 1970. Una historia de tiempos lejanos pero auténticos, contados por un protagonista de excepción.
Alberto Ruiz-Giménez nos dejó hace años pero su copiloto de la temporada en que conquistó el Campeonato de España sigue en plena forma. Rafael Castañeda Bergamín vive desde hace décadas en Estados Unidos, completamente alejado de los coches, pero en los últimos meses, a través de esta ventana de JAS que quiere y mima a los que forjaron la historia de nuestro deporte, Rafa se ha vuelto a hacer visible. Hoy nos describe según sus recuerdos –en ocasiones escasos–, lo que vivió en 1970; esperamos que os resulte interesante, ¡para nosotros lo es mucho! Ahí va, pues, Rafael Castañeda con su relato…
“Mis primeras experiencias algo más serias en el mundo de los rallyes fueron en 1969, como copiloto de Wenceslao Lada. El fue mi maestro ya que verdaderamente no sabía casi nada de copilotaje antes de él. Corrimos varias pruebas del campeonato de Castilla de regularidad y quedamos segundos, más o menos... Los rallyes de regularidad eran muy interesantes y merecen un capítulo aparte explicando con más detalle de qué se trataba.
No sé cómo ni porque, lo cierto es que a primeros de 1970 recibí una llamada de Lucas Sainz para pedirme que corriera con él de copiloto en un Renault 8 Gordini oficial en el Rally Costa Brava. Supongo que le dieron mi nombre y teléfono en la Federación o quizás fue el mismo Wenceslao, pero en realidad no recuerdo nada al respecto. Hicimos un buen rally y finalizamos novenos absolutos y segundos de grupo 1, aunque sufrimos muchos pinchazos que nos hicieron perder tiempo y posiblemente la victoria en nuestra categoría.
Después de esta primera experiencia realmente seria en el campo del copilotaje, nada menos que en un equipo oficial y teniendo por compañeros a Bernard Tramont y Jaime Segovia (con un Alpine), no tuve que esperar mucho más para seguir con la actividad, por lo que me llevé otra sorpresa cuando el que me llamó, algunos días más tarde, fue Alberto Ruiz-Giménez para ver si podía ir de copiloto con él en el Rallye Fallas. Y aquí es donde empieza mi temporada victoriosa con la Escudería Repsol ("ER").
Yo no conocía a nadie, ni a Eladio Doncel, ni a Alberto, ni a José Manuel Lencina, pero entré de lleno en el primer rally de la ER con el primer coche alquilado: nada menos que un Seat 1430 subido a 1.550cc por Madueño, era un grupo 2 no excesivamente preparado pero se le eligió porque la prioridad era que fuera un coche resistente y no necesariamente extra rápido. Lo que se quería era que nos permitiera sumar puntos. Acabamos cuartos y primeros de fabricación nacional, nada mal para empezar, con unos tiempos que cuando Alberto apretó hacía el final eran muy buenos.
Un aspecto a destacar es que el último tramo era Coll de Rates e incluía la subida por el norte y la bajada por el sur. Alberto conservó frenos al principio de la bajada y pudo terminar muy deprisa con lo que logramos –vagamente recuerdo– un tiempo buenísimo (segundos). Algunos espectadores que conocí unos meses después en Alicante, me dijeron que fuimos los más rápidos al final de la bajada; por lo menos esa fue su impresión. Recuerdo que llegamos muy apurados al control de final de rally ya que estuvimos atascados en un túnel de Valencia por el tráfico, pero afortunadamente no penalizamos.
La siguiente cita fue el Rallye Vasco Navarro. Usamos un Porsche 911T alquilado a Jean Egreteaud, el primero de tres alquileres que le hicimos (Vasco-Navarro, Luis de Baviera y Pikolin). No recuerdo bien si fue este rally o en el Pikolin que entrenamos con un Alfa Romeo Giulia de un amigo mío chileno, de nombre Raúl (no recuerdo el apellido). Era un coche con matrícula turística y como andaba un poco mal de dinero, accedió a alquilárnoslo. Lo que sí recuerdo es que en medio de los entrenamientos fuimos a un restaurante y comimos opíparamente, lo que pasó es que una hora más tarde mi almuerzo terminó a un lado de la carretera después de un fuerte mareo consecuencia de estar escribiendo las notas que me dictaba Alberto... Curiosamente, yo siempre he sido de los que se marea mucho en las carreteras con curvas. Increíble que haya podido ser copiloto. Para los rallyes siempre iba con mis pastillas antimareo (y caramelitos para remediar la boca muy seca por los nervios), pero en las pruebas de velocidad, a pesar de ir leyendo, etc. creo que la adrenalina no me promovía los mareos. ¿Pero entrenando? ¿Despacio y escribiendo? Eso era otra cosa y me mareaba con frecuencia por lo que la Biodramina era críticamente importante. En todo caso el rally fue bien y acabamos cuartos.
Mis recuerdos son de un rally gélido, con nieve y ruedas de clavos y todo. Tuvimos un toque que nos daño el frontal y un amortiguador y tuvimos que conservar hacía el final del rally, aunque la lluvia hizo que las condiciones se igualaran un poco y el cuarto puesto hay que considerarlo como bueno. Sumamos puntos y eso era lo primordial.
Critérium Luis de Baviera: Usamos el mismo Porsche que en el Vasco-Navarro. Este si fue un rally que entrenamos a fondo Alberto y yo, y nada menos que usando mi Volkswagen escarabajo. Era un VW del año 1956 que funcionaba de maravilla. Lo único que tuve que arreglarle dos veces fue el embrague, pero había un taller en Madrid que lo hacía por un precio excelente, situado en la zona de Alcalá y Príncipe de Vergara, cerca de la única hamburguesería que había en Madrid en esos años: Galatea. El VW era de mi cuñado y me lo regaló después de que volcó en la Plaza de Emilio Castelar una noche en la que los barrenderos estaban limpiándola con agua.
Después yo volví a volcar cuando estaba siguiendo un rally en la provincia de Madrid para escribir una reseña para la revista ‘El Automóvil Racing’. Iba yo solo. El VW quedó en posición correcta, pero con el techo hundido. Entré, me acosté en al asiento trasero y empujé el techo hacia arriba con las piernas. Coloque la batería, que iba debajo del asiento trasero y se había salido de su lugar, y seguí como si nada... ¡un tanque! Lo cierto es que era un escarabajo "muy" arrugado y lleno de calcomanías de Repsol para tapar huecos, óxidos y demás zarandajas. Realmente fue el coche perfecto para entrenar ya que parecía una versión a cámara lenta del Porsche.
Todo era similar pero a la mitad de velocidad, especialmente cuesta abajo, como en Canencia. Había que frenar a la misma distancia de la curva de lo que lo haría un Porsche yendo al doble de velocidad. No nos sirvió de nada ya que precisamente en la bajada de Canencia, en la que hicimos un tiempo extraordinario, nos calcularon un tiempo de 1 minuto más al que yo había cronometrado y quedamos segundos del rally, tras Reverter. Curiosamente, el cronometrador que cometió el "error" era amigo nuestro y en la neutralización de Miraflores de la Sierra vino a disculparse, pero el mal ya estaba hecho pues los tiempos no se podían cambiar. Ese fue el rally que más disfruté en todo el año.
El siguiente rally del campeonato al que asistimos fue el Rally Pikolin, que transcurría por carreteras mayormente (o totalmente) de Aragón. Recuerdo que en este rally hizo su aparición por vez primera el Alpine 1600 de Bernard Tramont. Hay ciertos documentos que lo colocan al volante de un 1600 en el Rallye Vasco-Navarro, pero para mí está claro que lo usó por primera vez en el Pikolin. Tanto Alberto como yo nos quedamos muy impresionados con lo mucho que andaba. Recuerdo poquísimo de este rally con excepción de que el asiento del conductor empezó a deslizarse en las frenadas y aceleraciones ya que la palanquita de sujetarlo se rompió o algo parecido.
Imaginaros ir en un coche con el asiento suelto... al frenar se desplaza hacia delante y te acerca al volante y viceversa al acelerar ¡un calvario! Intentamos arreglarlo varias veces sin resultados satisfactorios, de ahí que finalmente terminamos cuartos cuando deberíamos haber ganado o finalizado en 2ª posición. El asiento se pudo arreglar antes de la prueba final en el circuito de Alcañiz, que Alberto ganó holgadamente.
Hay un video en YouTube que enseña como en la salida Alberto se queda tercero, detrás del Alpine de Tramont y del Abarth de Juncosa. Esto fue simplemente debido a que el talón de aquiles de esos Porsche era el embrague y cuando mas sufría era en las arrancadas fuertes, por lo que Alberto siempre lo hacía suavemente al principio de todos los tramos cronometrados en los rallyes y, por supuesto, en las salidas a coche parado en los circuitos. En la segunda vuelta ya iba en cabeza y así terminó esa prueba de velocidad, lo que finalmente nos permitió terminar a escasos segundos por delante del R8 Gordini de grupo 1 de Gerardo Hofmann. Nuevamente usamos –por última vez– un Porsche alquilado de Jean Egretaud, aunque esta vez era una unidad diferente a la anterior. Terminamos cuartos, más puntos.
No recuerdo porque no participamos en el Rally 500 kms Nocturnos de Alicante, pero lo que sí recuerdo muy bien fue nuestro viaje a Stuttgart a buscar el nuevo Porsche 911S 2.2.
Capítulo II: miércoles 10 de mayo de 2023
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