Historia: El Jeep Cross empezó en Manresa 



Por Antonio Arderiu. 

En un escrito de nuestro editor de este verano, se rogaba a los lectores que aportásemos experiencias y vivencias personales con el Jeep Comando, fabricado por Motor Ibérica en la década de los 70 y que, para España, supuso una autentica revolución frente a los irrompibles pero incomodos Land Rover, fabricados en Linares.

No tuve la ocasión de tener un Jeep Comando pero, en la empresa familiar, compraron uno que, fuera de los días de trabajo, fue utilizado para subir a las pistas de Cerler y, también, para hacer de vehículo remolque o portamaletas en rallyes de Vehículos Históricos de gran renombre, como, por ejemplo, el París–Montreux–Torino, conducido por el fiel Mariño, que se peleaba continuamente con Frederic Morera Montserrat, que era quien cuidaba los vehículos de mi Sr. Padre...

Lamentablemente, ya no se hacen pruebas como aquellas, que rememoraban gestas de antaño pero, recuerdo con gran cariño, el Bruselas–París–Madrid, el citado París–Montreux–Torino, el Barcelona–Madrid–Lisboa, el Spa–Sofía–Lieja... Glamour, coches excepcionales y la nobleza europea al completo eran los ingredientes de esas pruebas. Recuerdo incluso un caballero francés que se ponía corbatas chapadas en plata para cenar, pero no recuerdo su nombre. Tendré que tomar pepino…

Del Jeep Comando recuerdo lo ruidoso que era frente a su hispánico antecedente y lo incomoda que era la banqueta delantera de tres plazas, que llegaba a media espalda y que, al cabo de kilómetros, se hacía notar. No tenía el mismo cruce de ruedas que el Land Rover familiar y las cortas lo eran menos, pero suplía sus déficits en “off road” con una mayor comodidad y velocidad en “on road”. Pero si bien no tuve una particular devoción por el Jeep Comando, si tuve un cierto protagonismo en una de sus manifestaciones publicas más notorias: el Jeep Cross.

Finalizaba el Rally 2000 Virajes en su edición de 1977 cuando, en la fiesta de reparto de premios, se acercó al presidente del Biela, que, inmerecidamente, era este su seguro servidor, un alto ejecutivo de Motor Ibérica (creo recordar que se llamaba Jordi Montserrat) que, por aquel entonces, fabricaba los Jeep Comando y los Jeep Bravo, para proponerle que facilitase sugerencias deportivas para comercializar sus productos. Debe señalarse que, en aquella época, ni existían los raids ni se conocía el París–Dakar, ni nada por el estilo. La propuesta la planteamos en la junta siguiente del Biela y, como éramos muy lanzados, enseguida tuvo entusiasta acogida y decidimos ir a por ello.

Acompañado de Josep Maria Fornells y Ernest Ros, que eran expertos en Todo Terreno (llegaron a alcanzar una representatividad muy alta en la materia) nos personamos en la sede de Motor Ibérica en Barcelona y expusimos la idea de organizar un rally por caminos de montaña, con sus tramos cronometrados, sus controles horarios, parques cerrados. Mutatis mutandis, lo que se hacía en asfalto por un lado, y en todo terreno por el otro. Los dos ejecutivos de Motor Ibérica que nos atendieron, nos propusieron entonces diseñar un certamen o campeonato nacional siguiendo nuestras pautas. Lo primero fue decidir el nombre, pues Campeonato de España de Motor Ibérica todavía sonaba a tractorada. Al final surgió lo de Jeep Cross, que englobaba a los dos modelos, y un certamen de cinco pruebas. La idea tuvo excelente acogida y así nació la primera Copa de España de Jeep Cross.

Francamente, para mi, la preparación de la prueba fue mas divertida que la prueba en si misma. Josep Maria, Ernest, Pere Garriga (e.p.d.) y este que escribe empezamos buscando recorridos con el Land Rover familiar, el B-302.229, encontrando unas trialeras en el Bages y probando un circuito de motocross que estaba en Salelles pero, como el Land Rover era bastante distinto a los productos de Motor Ibérica, solicitamos probar los mismos. Y así nos dejaron para pruebas un Jeep Comando, color caca de oca, un Jeep Bravo amarillo y, la joya de la corona, un Jeep Renegade granate de ocho cilindros que, literalmente, volaba en manos de Pere Garriga por las trialeras. Sometimos a todos estos vehículos a todo tipo de perrerías para conocer sus límites, todos los fines de semana, hasta la primera prueba. Baste decir que el Jeep Bravo acabó en una ocasión totalmente perpendicular en un lodazal en la finca de Ton Costa, en Sant Salvador de Guardiola, y tuvimos que llamar a Grúas Camprodon para que nos sacase de allí.

La prueba tuvo lugar el 11 de marzo de 1979 y los del Biela todavía nos frotamos los ojos de poder organizar una prueba sin tener que temer por el presupuesto y con una cantidad de medios que no habíamos visto nunca. Presentaciones, carpetas obsequio, azafatas glamurosas, etc. etc., se pusieron al servicio del Jeep Cross. Incluso RTVE hizo un reportaje. La base logística, parque cerrado y lugar de asistencia se montó en el solar aparcamiento que había delante del cine Atlántida y que se usaba también para el 2000 Virajes.

El recorrido estaba programado a dos vueltas y, creo recordar, comprendía una crono en el circuito de motocross de Salelles y cuatro especiales más, una en el Molí de Boixeda a Camps, otra por un cortafuegos cerca de Sant Mateu de Bages y, las otras dos, no lo recuerdo con exactitud pero me parece que una arrancaba en Sant Salvador de Guardiola, de la finca de Ton Costa, y la otra en Castellnou de Bages. Todo el Biela se volcó en esta prueba y nos ayudaron clubs de otras poblaciones, así como el club hermano Moto Club Manresa, como solía ser habitual en los rallyes, bajo un criterio de reciprocidad.

Y el público, venido de toda España, respondió llenando las especiales y los pasos más difíciles. Incluso la presidencia de Motor Ibérica, el Sr. Juan Echevarría Puig, y varios Consejeros más asistieron al tramo de Camps, invitados por mi Sr. Padre a la finca familiar, ya que le gustaban mucho estos saraos. Ello me privó a mí de estar en la media parte con mis compañeros, pero se suponía que debía hacer relaciones públicas...

La prueba la hubiera ganado Miguel Prieto, a los mandos de un Comando que, curiosamente y merced a su más larga batalla, se demostró mejor que los más guerreros Bravo. De todos modos, una fuerte penalización le hizo clasificarse cuarto. El ganador fue Josep Lluís Juvanteny, primer Comando, y segundo acabó García-Lobejón, con el primer Bravo del lote, seguido de otro Bravo pilotado por Antonio Ortega. Y, como colofón, Motor Ibérica dio un cheque al Biela ¡¡de 100.000 ptas.!! por sus servicios. Todavía pienso que fue un sueño.

El Jeep Cross fue un embrión de lo que luego serian los raids y las pruebas de TT en coche, con lo cual, me perdonaran que peque de inmodestia, pero se volvió a demostrar que el Biela Club Manresa, club de puros aficionados, siempre estuvo a la vanguardia del motor, aunque no nos lo reconozcan. Y, cuando les hablen de Thierry Sabine, recuerden: José Mª Fornells, Ernest Ros y Pere Garriga llegaron antes…

© Antonio Arderiu Freixa
México DF 12 septiembre 2025
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