Historia: el Rallye 2000 Virajes (2ª parte) 



Por Antonio Arderiu.

Cuando fue Director de Carrera Josep Maria Fornells, el 2000 Virajes se modernizó, adoptando la forma de critérium, es decir, varias pasadas por los mismos tramos, alrededor de un centro neurálgico, el Hotel Bruch, que hacía de parque cerrado, media parte y llegada. El ritmo se mantenía muy vivo, es decir, pocos kilómetros de enlace y muchos tramos, pero la labor de la organización y asistencias se simplificaba notablemente, aparte de que permitía a los seguidores y seguidoras disfrutar de toda una noche trepidante con una pantalla en el hall del hotel donde se iban poniendo los tiempos. Para no defraudar a sus orígenes, se hacía una salida en Manresa, en el Paseo Pedro III donde, normalmente, se llegaba neutralizado o, en sus últimos tiempos “nacionales”, habiendo disputado los tramos de tierra. Seguidamente se iniciaba el espectáculo con “Pont de Vilomara”, donde no cabía un alfiler, y se seguía manteniendo Estenalles (versión larga) como tramo fetiche.

El 2000 Virajes fue pionero en muchas cosas que luego siguieron otras organizaciones profesionales mucho más experimentadas. Así, fue el primer rally que daba el tiempo de llegada de tramo a los cien metros, en el stop situado a tal fin, lo que permitía a los copilotos establecer los tiempos oficiales de tramo en tramo. También fue el primero que utilizó una señalización (pancartas) de tramo y controles horarios homologable a la europea, impuesta por la FIA. Fue igualmente pionero en tramos largos como, La Mina de 31 km, Estenalles toda entera, Coll de Jou desde Solsona hasta el tope, casi 40 km. Fue también el primer rally en Cataluña en disputar tramos de tierra, que por aquel entonces eran autenticas novedades. Para la pequeña historia diremos que fueron Rajadell, luego El Congost (originariamente denominado “El Cementerio” por el lugar de la salida pero, obviamente, hubo que cambiar tal nombrecito... ¡¡lagarto, lagarto!!), Vacarisses y Navas-Castelladral, tramos que tuvieron un publico increíble que no se había visto nunca en eventos semejantes.

En este rally han corrido –y posteriormente ganaron el campeonato nacional–, equipos como el Repsol, con los Porsche 911 pilotados por Alberto Ruiz-Giménez, alias “El Oso”, Eladio Doncel y José Manuel Lencina; luego la época de Manuel Juncosa con su Abarth; la de Estanislao Reverter con un curioso Alpine con motor Porsche, el “Alpinche”. Antonio Zanini, acompañado de Eduardo Martínez-Adam, ganó aquí su primer rally con SEAT que, curiosamente y para desespero de su jefe de equipo, J.J. Pérez de Vargas, no era el destinado a ganar (era el de Bäbler, pero rompió en uno de los últimos tramos) ya que el grupo 2, preparado en Madrid, tenía que hacer algo así como de mochilero. Y también ganó con la versión más sofisticada de los famosos “taxis” (creo recordar que fue en 1977). Pero la lucha más intensa se producía en el Grupo 1, es decir, los coches de serie, donde en la clase superior los pilotos del Biela: Enrique Palacios primero y Joan Franquesa, después, que se las veían, siempre con éxito, con todos los notables del campeonato como Carlos Trabado, Octavio Candela, Salvador Bohigas, un joven Salvador Serviá, Luis Coma-Cros, Federico Van der Hoeven y un largo número para el que ni la memoria ni el espacio son suficientes.

En ocasiones también, para animar el cotarro, la organización invitaba a algún equipo extranjero que solían ser Marc Etchebers y Jean Egreteaud, que se presentaban con unos Porsche 911 que hacían soñar, y que ganaron fama por lo suave que arrancaban en los tramos, señal de que conocían perfectamente el punto débil de sus coches, el embrague...

Estar inmerso en la organización del rally y vivirlo desde dentro, da para muchas anécdotas. Aquí me gustaría explicarles algunas, a riesgo de ser repetitivo, pero como ya empiezo a chochear, se las cuento antes de que me olvide para siempre.

Uno de los problemas que surgieron ocasionalmente era tener un numero mínimo de coches salidos para que fuera puntuable para el Campeonato de España. Si este estaba ya decidido antes del rally, la participación flaqueaba y había que echar mano de los simpatizantes locales, amigos, socios y demás, para que se apuntasen. Incluso una vez dimos la salida a dos participantes que salieron cargados con las pancartas, las radios y todo el material para hacer el control de Coll de Jou.

En una ocasión, uno de estos equipos se perdió después de Estenalles para ir a Rellinars. Siempre era un enlace muy antipático y eso les pasó factura. Bueno pues, como la cosa ya no tenía remedio, decidieron que una buena cena y el caritativo acto de socorrer a jóvenes descarriadas les quitaría el disgusto. Y a Barcelona que fueron. Y el Director de Carrera y toda la organización se volvieron tarumba buscándolos.

La escapada duró hasta las seis de la madrugada, más o menos, hora en que decidieron regresar. En la recta de Monistrol fueron adelantados por un coche del rally y pensaron: ¿por qué no? Así que, supuestamente, se reengancharon, sin pensar que el carnet de ruta había cambiado de color en la media parte. Subieron Pont de Vilomara, en medio de la ovación de su publico, pero cuando les atrapó el Director de Carrera creo que la bronca se escuchó hasta en Montserrat.

Lo del descenso de participantes nos ocurrió en 1978, en que como D. Antonio Zanini ya era Campeón de España, el equipo SEAT decidió no venir. Esto, fácilmente comprensible, al Biela le supuso un estacazo importante, pues muchos sponsors del mundo del motor se desdijeron, presumimos que habría menos gente en Pont de Vilomara, la prensa y la radio no quisieron saber nada, en fin, que la cosa pintaba negra. Hay que tener en cuenta de que el equipo SEAT era una autentica atracción para los pilotos amateurs y los aficionados, pues era el único equipo profesional que había en España (con permiso de Renault) y sus medios eran espectaculares para la época.

Bien, pues para contrarrestar esta situación, se me ocurrió una estratagema no muy ortodoxa: estando en UK hablando con Colin Francis, le pedí que hiciera un anuncio de preinscripción del equipo Ford Advanced Vehicles, con Roger Clark–Jim Porter y Malcolm Wilson–John Davies, que era el equipo del momento. La idea era dar el telegrama a la prensa local para que tuvieran una exclusiva y animara el cotarro. El telegrama lo recibió Pere Bacardit, que actuaba como secretario de la prueba pero, como sabía el origen, no se atrevió a darlo a conocer y cuando le llamó el periodista de la Gazeta de Manresa (al que yo había hecho llegar una mala fotocopia) le pidió que no dijera nada. De todas formas, el rally de aquel año fue un paseo triunfal de Pío Alonso y Bilo Oliveras (que al final se retiró), con sendos Ford Escort RS…

Mis padres tenían una casa de veraneo en La Mina, concretamente en el km 18, donde hay una curva que, en sentido Berga, es un poco fastidiada. Y entre el descampado y el jardín que daba a la carretera, había una estatua de piedra a la que familiarmente denominamos la “dona in pelotari” y a la que mi madre le tenía mucho cariño. En 1970, creo recordar, vino el equipo Repsol con Alberto Ruiz-Giménez y Eladio Doncel, con sendos Porsche 911 S. Eladio se salió en esta curva sin mayores consecuencias, ya que el descampado tenía entrada y salida, pero pasó a dos centímetros de la “dona in pelotari”. Y su copiloto, nada menos que Rizos Muñoz, al llegar explicaba alborozado: “¡¡había una tía en pelotas!!” Obviamente el resto de participantes lo miraban con conmiseración pensando que le había dado un cólico miserere.

Otra de las cosas que hacíamos en el Biela era ir a reconocer los tramos varias veces antes de la carrera. En 1973 (tampoco recuerdo el año con exactitud), pocos días antes de la carrera, varios bieleros fuimos a reconocer el tramo Montmajor-Cardona. En aquel momento regía el estado de excepción por las penas de muerte impuestas a unos etarras y, por ello, había patrullas de la Guardia Civil fuertemente pertrechadas por doquier. Fuimos a cenar al Molí del Pont y volviendo a Manresa nos detuvieron en el cruce de Santa Susanna. La verdad es que no teníamos un aspecto muy noble a aquellas horas, pero sí la alegría posterior a una buena cena. Nos hicieron bajar y ponernos al lado del vehículo, el Land Rover familiar, capota de lona, momento en el cual uno de los componentes de la excursión, ya desgraciadamente fallecido, fue corriendo a la parte anterior del vehículo con la sana intención de hacer pipí. Un joven componente, con acento guanche, de la patrulla de la GC le dio el alto y le dijo: “Eh, usted, ¡¡Levante Las Palmas!!”, a lo que el bielero, sin inmutarse y con voz tonante contesto “¡¡X!!”. Nos entró la risa a todos, salvo al Guardia Civil, que no supo como reaccionar. La cosa acabó de lo más amigable con todos ellos y estuvimos un buen rato departiendo y compartiendo unos cigarrillos (que entonces, se podía).

También en otra edición tuvimos que ir a pedir permiso al Abad de Montserrat para intentar hacer el Montserrat largo hasta Can Masana, cosa a la que se opuso. Para quitarnos el disgusto, nos invitó a comer y, después del café, quien nos atendía preguntó si queríamos alguna bebida espirituosa. Los bieleros, que éramos unos pelotas redomados en estas lides, pedimos al unísono, Aromas de Montserrat. Y el abad zanjó el tema con un: “¡¡y para mi un Carlos III!!”.

(Fin +2ª parte, mañana la 3ª)

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