Por Antonio Arderiu.
El día amaneció soleado y caluroso. Volvíamos a salir a las 4 de la tarde así que, tras un paseo a pie por aquello de la “mens sana in corpore que no lo está”, mientras el copi ejercía de mecánico de varios participantes, nos fuimos a repostar el vehículo, a comer a un buen restaurante y, luego, a una pequeña siesta en la “suite” Zastava, esperando la salida.
Salimos que todavía hacia calorcillo, para ir al primer TC que era dar unas vueltas al karting de Empuriabrava. Ya nos habían dicho en el “briefing” que nos darían el tiempo a todos igual a partir del 12, así que, siendo consciente del coche que llevaba, no me esforcé en absoluto, para cuidar el vehículo. A mi, personalmente, no me gustan estas pruebas en circuito en un rally, pues únicamente gastas neumáticos y aprietas el coche sin necesidad y “pour épater la bourgeois” que nos observa. Bien es cierto que están incluidas en otros rallys en cuya organización participo, pero me gustaría que vieran las pruebas que hacemos para calcular la idoneidad de la pista. Pero comprendo perfectamente a quienes les encantan porque es para pasarlo bomba. En el circuito, Ramon Fluvià y Joan Alpiste demostraron la agilidad de su vehículo y se marcaron un soberbio 9º scratch.
Tras el circuito, la primera del día, el TC16 de Llançà a Cerbère. Aquí debo decir que lo hicimos soberanamente mal por lo siguiente: la salida del tramo estaba en una carretera nacional con raya continua y en la que no podíamos adelantar. Justo cuando tomamos la salida e íbamos enfilando la nacional pasaron tres coches: un Mégane, un Toyota y un Nissan que iban a paso de tortuga, mirando el paisaje, pero que era imposible adelantarlos, al no haber lugar para ello. Tres kilómetros que se me hicieron eternos detrás de esos papanatas y con la luz roja del Blunik disparada. Cuando llegamos al cruce para subir al Col que hay allí, tuve que iniciar una recuperación de las habituales pero, desgraciadamente, no hubo tiempo ni recorrido suficiente para completarla. “Palmamos” 955,3 puntos que nos hicieron descender al 78 de la general y 10 de nuestra clase, que fue vencida por “Les Grecs”, con 9,3 puntos. Overall ganó Tere Armadans, con unos brillantes 4,3 puntos. Creo sinceramente que este fue el resultado que más nos perjudicó de todo el rally (el nuestro, no el de Tere y Anna).
Entramos ya en Francia y, pasado Cerbère, nos enfrentamos al primer tramo francés, el de Banyuls-sur-Mer, que se desarrollaba por una carreterita sin ninguna referencia y sobre el acantilado, con fuertes subidas y fuertes bajadas en las que, en alguna curva, el morro del vehículo iba sobre el mar. Sorpresivamente encontramos mucho tráfico en dirección contraria pero pudimos negociarlo bastante bien. El resultado fueron 22,9 puntos que nos situaron el 4 de nuestra categoría y 25 de la general, ganada por Marcos Fernández–Adolfo González y su Peugeot 205 GTI, con 9 puntos. La media baja fue ganada por “Les Grecs”, con 10,1 puntos. ¡¡Para que se vea lo que nos perjudicó el tramo anterior!!
Tras un largo enlace, trufado de rotondas y tráfico, llegamos al TC 18 que era el único que se repetiría al final del rally: Sant Joan de l’Albera. El asfalto del tramo estaba muy roto y bacheado y era un tramo muy ratonero y largo, en el que nos faltaron caballos. Una especial muy antipática, con muchas curvas irracionales. Volvimos a nuestra posición habitual, el 58 overall, con 77,5 puntos en un tramo que fue ganado por Garrigolas con 7,9 y, en nuestra clase, como no, por “Les Grecs”, con 10,1.
Después del tramo, vuelta a entrar a España por La Jonquera para buscar un difícil desvío cerca del cementerio y enfrentarnos al TC 19, que era Cistella, pero al revés, y con un empalme raro. El tramo, que considero bastante tontorrón, nos fue bien, 44,6 puntos que suponían una mejora notable sobre los 70 y pico del día anterior. Ello nos hizo bajar al 52 de la general, que fue ganada por Cristina Gómez con 14,4 y, en media baja, por Jean-Pierre Vermeuil, con 15,3.
Un larguísimo y tedioso enlace por Olot nos llevaba al TC20, que no era otro que Santigosa, otro clásico. El trozo de arriba nos fue bastante bien pero, en la bajada, hicimos lo que pudimos y, aun así, nos cayeron 23,9 puntos que, todo y no ser muchos, nos hicieron retroceder al 60 de la general porque la chiquillería afinó mucho. Ganaron el tramo Lluís Pallí–Guillem Buscarons (Mini), con 2,9 puntos y, en media baja, Luis Carvalho, con 6,1.
Llegamos a Sant Joan de les Abadesses con la luz de la reserva encendida y nuestra duda era si podríamos estirar hasta Camprodon, donde, a la entrada, hay una gasolinera. Pudimos y coincidimos en la gasolinera con Ramon Fluvià y Joan Alpiste, que iban a lo mismo. En Camprodon nos obsequiaron con carquinyolis y, después de un paseíllo por la villa, a cenar al pabellón municipal antes del CH.
Tras la cena, la primera especial que venía era el TC21, Coll d’Ares, que empezaba precisamente en lo alto del Col. Aquí, donde no necesitamos excesivos caballos al ser toda en bajada, hicimos 25 puntos, situándonos de nuevo en el puesto 51 de la general que fue ganada, también en media baja, por Luis Carvalho, con 4 puntos.
Un no muy largo enlace nos llevaba al TC 22, Montferrer. Este era un tramo muy empinado, con asfalto regular y con mucha curva ratonera en puentecito de esos franceses, con pretil de tocho. Nos faltaron caballos e hicimos 128,7 puntos, que nos situaron el 51 de la general, ganada por Juan Pedro García–Jan Rosa, con 12,1 y, en nuestra clase, por “Les Grecs”, con 24,6.
Después de dar vueltas y más vueltas alrededor de Amélie-les-Bains-Palalda, llegamos al TC 23. Este volvía a ser un macro tramo, “versión française”, de más de 40 km y en el que atravesabas dos pueblos donde todo el mundo dormía. Tenía un fuerte trozo de subida para llanear a continuación y acabar con un brusco descenso al final. Muchos cambios en el asfalto y en la anchura de la calzada, con algunos trozos francamente soporíferos. Acabamos con 267 puntos y 57 de la general, en un tramo que fue ganado overall por Garrigolas, con 31,2 y, en media baja, por Luis Carvalho con 31,4. Empezaba a lloviznar.
Tras cruzar Céret y buscar el desvío, enfilamos el penúltimo del rally, Céret-Les Illes, también de longitud considerable. Este, la verdad, era como un Vidrà gabacho. Complicado, bacheado, estrecho y resbaladizo. Además, con mucho cruce engañoso. También con puentecitos de esos que destrozan coches si no aciertas. Y muy húmedo porque lloviznaba y también, como en Vidrà, con hojas cubriendo la calzada. Para colmo, nos encontramos a dos todo terreno que nos costaron mucho de adelantar. Rozamos el bollo en más de una ocasión y los frenos quedaron tocaditos. Con estos antecedentes perdimos un puesto, hasta el 58, y “palmamos” 405,7 puntos en un tramo que fue ganado overall por Garrigolas, con 30,6, y por “Les Grecs” en nuestra categoría, con 43,9.
Y, de allí, al ultimo del día, otra vez Sant Joan de l’Albera donde ya llovía un poco más. Esta vez puntuaba doble, en plan power stage. Como ya lo conocíamos de la primera pasada, salimos y empezamos a estirar la segunda. Al llegar a una parte llana que hay cuando ya has perdido de vista la autopista, y cuando alcanzábamos la luz azul, nos salta un jabalí por la parte del copiloto y, ¡¡paf!!, dos faros a hacer gárgaras cuando mas los necesitábamos. Y comentario de Luis: “no pares, no pares, que ya tenemos luz azul”. Así que le hice caso y no me detuve, pero con el susto y el lógico ralentizar perdimos otra vez la media. Recuperamos y acabamos el tramo con 175,4 puntos, que representaban la misma penalización que la primera pasada y que nos permitían conservar el 58 de la general y el 6º de nuestra clase, en un tramo ganado por Antonio Verdaguer–María Jesús Mora, con 18,2 puntos y, en media baja, por Luis Carvalho, con 26,4.
Tras un corto pero aburrido enlace, llegamos a Empuriabrava cerca de las 3 de la madrugada poniendo fin al rally. Acabamos los 58 de la general, 13 de históricos y 6 de media baja. Estos resultados no son nada brillantes pero, en nuestro descargo, debo decir que desafío a cualquiera a hacer un Costa Brava Histórico con un Zastava 101 de hace cincuenta años y medirse, de tu a tu, con Porsche 911, VW Golf, BMW 2002 Ti, FIAT 128 Rally, etc. Y, además, divertirse.
Así acabó nuestro Costa Brava Històric de 2025. Debo decir que el rally estuvo excelentemente bien organizado y que, personalmente, lo disfrute mucho. Es como un Monte-Carlo abreviado y en el que se suple la falta de nieve con tramos más propios del Tour de Corse que a los que nos acostumbran habitualmente. Y, además, en su mayor parte de noche. Las medias, todo y ser bajas en términos absolutos, eran muy exigentes para el tipo y estado de la ruta y obligaban a un esfuerzo continuo. Yo no se de donde saca la organización estas carreteritas y estoy convencido de que las ponen solo para el rally. Reflexionando seriamente, creo que es bueno que el rally discurra por este tipo de carreteras pues tienes menos problemas con el transito y, al ser de noche, ves de sobras si viene alguien en dirección contraria. Me gustan los rallys nocturnos y creo sinceramente que si esta actividad de regularidad en carretera abierta se mantiene, todos acabaran siendo nocturnos, tanto por la mayor facilidad de organización como por la mejor seguridad de los participantes. Cada día se corre más por sitios mas difíciles, y el día que un participante tenga un encontronazo de día, nos daremos cuenta de las ventajas de la noche.
El Rally Costa Brava Històric recrea la imagen y el ambiente de cuando los rallyes empezaron a ganar importancia. Y ha creado una marca y una imagen. Muchos tramos, en su mayoría nocturnos y difíciles, enlaces cortos y ritmo muy vivo. Si encima le añadimos una perfecta organización y un equipo profesional y entregado, tienes el coctel perfecto. Así que ya puedo ir pensando en el Costa Brava 2026.
© Antonio Arderiu Freixa
Escaldes Engordany, 10 noviembre 2025
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