Por Antonio Arderiu.
Yo no se si Vds. habrán podido contemplar las, supongo, impresionantes vistas que se tienen desde la carretera que, de Portbou va hasta Cerbère. No me tengan envidia pues yo, que pasé por allí, tampoco pude verlas, pues era un tramo del Rally Costa Brava histórico, e íbamos a lo que íbamos.
Cumpliendo mi amenaza del año pasado de repetir, nos volvimos a inscribir en el Rally Costa Brava Històric, edición 2025, con mi querido Zastava 101. Cada vez me gusta y me divierte más este trasto, no físicamente, porque es feo de narices, pero sí por su comportamiento. Para este rally le habíamos cambiado el volante, sustituyendo el antiguo roscón de Reyes por uno más pequeño de origen Fiat y le habíamos cambiado los amortiguadores. El vehículo mejoraba notablemente sus cualidades dinámicas y soportaba de maravillas los apoyos en curva. Los caballos son los que son pero, al menos, el resto va mejorando.
El rally no empezó de la mejor manera para el equipo. Yendo de Andorra a Sant Feliu de Guixols tuve un pinchazo en medio de un aguacero fenomenal. Al cambiar la rueda, erramos en los tornillos que la sujetan poniéndolos demasiado largos, lo que se cargó el muelle de retorno del freno de la trasera izquierda. Cuando lo vio Luis, además de la bronca con la que me obsequió, tuvo que hacer un apaño para que aguantase todo el rally. Pero salimos y disfrutamos, que era lo que se pretendía.
Éramos 90 participantes que haríamos la primera etapa. Nos tocó el dorsal 89 y salíamos, como la pasada edición, detrás de Sallyann Hewitt, con su Mini Clubman, que hizo un rally muy inteligente. Estaban todos los habituales de esta juerga, salvo Víctor Sagi, al que, de verdad, encontré a faltar. A destacar dos equipos, el de Ramon Fluvià–Joan Àngel Alpiste, con un Fiat Abarth 1000TC Corsa, y el de Dídac Municoy–Josep González (nieto y abuelo) que con un Renault 6 TL de estricta serie hicieron todo el rally. Para mi, ambos equipos merecían un trofeo al espíritu del rally. Muchos extranjeros, entre ellos un equipo griego que ya conocíamos del Monte y que acudió con un Fiat 128 Rally muy bien preparado y con los que departimos un buen rato pues, en su tierra, también hacen correr un Zastava… con el motor biarbol del Fiat 125 S.
Primera etapa
Después de pasar las verificaciones, fuimos a dejar el coche al parque cerrado y, a continuación, gozamos de una agradable comida en la plaza del mercado de Sant Feliu de Guixols. Salíamos a las 17:56h, así que todavía tuve tiempo para hacer una pequeña siesta en el interior del Zastava, que no es que sea una suite, pero se soporta.
Arrancamos ya sin luz diurna. El primer tramo estaba, como quien dice, a las puertas de Sant Feliu. Después de un pequeño “encantamiento” por una urbanización, salías al célebre Tossa–Sant Feliu pero al revés y, allí, empezaba el tramo. Odio esta carretera. Tiene curvas irracionales, un desvío raro en medio, mucho coche en dirección contraria y, para colmo, otro pequeño “encantamiento” al llegar a Tossa consistente en “media vuelta, ¡¡ar!!” y a seguir, para subir luego a Sant Grau y bajar por el otro lado. Para colmo, el dichoso Blunik, nada más salir, hizo el burro y todo el rato fuimos con la luz roja, corriendo como si no hubiera un mañana y visitando más de una cuneta. Afortunadamente el tema pareció solucionarse en la subida al Grau que, todo y tener peor piso, lo prefiero a la carretera de la costa.
Con todos estos antecedentes hicimos un montón de puntos, 698,5, que nos colocaban en el puesto 69 de la general y 7º en nuestra categoría, que fue ganada por el equipo de “Les Grecs”, con 34,9 puntos. Y ya disculparan que no escriba sus nombres pero son muy complicados y seguro que lo haría mal.
El siguiente tramo, TC 2, era el conocido Santa Pellaia pero al revés, arrancando desde Cassà de la Selva. Aquí la cosa ya fue bastante mejor: 23,6 puntitos que nos colocaron los 42 de la general y 4 de la categoría, que volvió a ser dominada por “Les Grecs-Ecurie Hellas”, con 17,6 puntitos de nada. El vencedor overall fueron Juan Pedro García, con Jan Rosa de copi, en su bien preparado Citroën AX, con 6,6 puntos.
De allí al TC 3, Romanyà, un pequeño paseo por autovía sin más tramite. Mis sensaciones es que el tramo nos fue bien, con luz azul casi todo pero, desgraciadamente, los resultados no me dieron la razón: 36,3 puntos que, todo y no ser muchos, nos ponían otra vez los 61 de la clasificación, ya que Juan Pedro en la general hizo unos miserables 3,5 y Luis Carvalho, con un BMW 2002 Ti, en mi clase, 7,3.
Venía a continuación, y después de una cena en la base del rally, el primero de los “macro tramos” con que nos obsequiaba este Costa Brava 2025. El TC 4 consistía en empalmar el tramo de Romanyà con el de Sant Grau y el de Tossa–Sant Feliu, para acabar a las puertas de esta población. Empezamos muy bien hasta acabar el trozo de Romanyà, pero luego venía un cruce muy complicado, con una entrada difícil y oculta, unas monerías por debajo de unos puentes y múltiples caminos, en el que debo confesar, abochornado, que nos equivocamos y nos perdimos, marcándonos una excursión fuera de programa. Cuando reencontramos el itinerario, a apretar a fondo para recuperar. Subimos y bajamos el Grau que ni yo mismo se como lo hice, adelantando hasta tres coches a los que tuvimos casi que arrancarles las pegatinas.
Vimos a otros que se quedaron en el intento, como los italianos Rossi-Frascaroli, en un precioso Lancia Fulvia HF Coupé, que también hacían entrenos para el Monte-Carlo. En un momento determinado le confesé a Luis que la equivocación me importaba un pimiento, pues la “estripada” de subida me curó toda la adrenalina acumulada. No sé como lo hicimos pero, dos curvas antes de la Tossa-Sant Feliu, la luz azul volvió a aparecer. Pero entonces, esta maldita carretera, a media de 50 y con coches en contra, volvió a mandar la recuperación a freír espárragos. Al final, otro saco de puntos, nada más y nada menos que 2.187, pero únicamente nos hizo perder ocho puestos porque, lo de la pérdida, había sido bastante general. En mi categoría ganó Luis Carvalho, con 45,8 puntos, y en la general Juan Pedro García, con 24,9.
Llegamos al parque cerrado sobre la 1 de la madrugada y de allí al hotel, a dormir, con la sensación de que “no era el león tan fiero como lo pintaban”: ¡¡Iluso!!
Segunda etapa
El día siguiente amaneció seco y soleado. Salíamos una hora antes pero cambiábamos de base. Después de repostar y hacer bricolage en el coche, llevamos el coche al parque cerrado y fuimos a comer con otros participantes. Luego a prepararse ya para la salida que, esta vez, todavía sería con luz diurna.
El primer tramo TC 5 volvía a ser Romanyà. Se nos dio bastante bien a pesar de que el sol deslumbraba mucho. Recuperamos seis puestos en la general con unos buenos (para nuestro coche) 17,2 puntos en una especial que fue ganada overall por Joan Pedragosa–Josep Beltri y su BMW 323 y, en nuestra categoría, por “Les Grecs”, con unos soberbios 3,8 puntitos de nada.
De allí a la siguiente especial en Vilobí d’Onyar, un insulso enlace lleno de rotondas pero que nos permitió hacer la especial todavía con luz diurna. El tramo era de navegación pura, con mucho cruce y mucho saltito y tan insulso como el enlace. Fue ganado también por Pedragosa, con 3 puntos, y nosotros hicimos 35,6 siendo los sextos de la media baja. En la general nos situamos el 59.
Venía ahora una clásica: Cladells versión larga, es decir, desde Santa Coloma hacia Sant Hilari. A mi me gusta Cladells, sobre todo la parte de arriba cuando ya has pasado las paellas. Hicimos 61,8 puntos, muy honorables para nuestra montura, mientras que en la general se imponían Tere Armadans y Anna Vives con su Golf GTI y, en nuestra categoría, Jean-Pierre Verneuil–Philippe Mareschal, con su Peugeot 104 ZS, con 13,3 puntos. Recuperamos cuatro puestos hasta el 55.
Un Costa Brava sin Collsaplana es como un jardín sin flores. El TC8 era un “macro tramo” que incluía todo Collsaplana de bajada, además del tramo de La Cantina y el de Sant Julià de Vilatorta, todo junto, para acabar en Taradell. Creo sinceramente que el trozo preciso del Pla de les Arenes y Collsaplana lo hicimos dignamente, viendo la luz azul bastante rato. Pero, pasado el cruce de después de Sant Sadurní d’Ososmort, encontramos mucho transito en contra y en nuestra dirección, mucho. Barceloneses que iban a Viladrau de fin de semana y turistas que regresaban a su casa. Ello nos impidió hacer bien la regularidad pues no podías adelantar por falta de CV y porque no te dejaban. Una lástima porque, si hubiera sido Collsaplana estricto, creo que hubiéramos hecho un muy buen papel. El tramo lo ganaron David Garrigolas–Jordi Boix, con un VW Golf GTI y 22,4 puntos y, en la media baja Luis Carvalho–Sancho Ramalho (BMW 2002), con 34,1 puntos. Nosotros hicimos 323,5 pero ello nos permitió ser el 5 de nuestra categoría, lo que indica el desmadre que hubo entre los de la cola por el tráfico en ruta.
Saliendo de Taradell fuimos a coger la C-25 para el siguiente tramo, Sant Bartomeu del Grau. Este no era excesivamente difícil pero contenía un “encantamiento”, que era un bucle que unía dos carreteras de tal manera que, cuando enfilabas el primer cruce, te venían los otros participantes de cara. Ello generó mucha confusión en los coches que nos precedían, casi todos extranjeros, que se paraban, volvían a arrancar y luego, con la escasa caballería disponible, no los podías adelantar. Total, 54,1 puntos y descender al 58 de la general y 6º de la clase en un tramo que fue ganado por los belgas Kurt Deklerck–Aswin Pyck (Porsche 914/6), con 8,2 puntos y, entre los nuestros, de nuevo Luis Carvalho, con 13,1.
Una rápida conexión hasta Vic nos permitió llegar con bastante tiempo de margen para degustar una opípara cena en el Pepo, que tiene la ventaja, en este caso teórica, que está casi al lado de una gasolinera.
A la salida del Control Horario decidimos repostar en la gasolinera de la esquina. Eran las 9:50h y, al parar el coche, la empleada, con muy mala sombra (mala leche, para que nos entendamos), nos dijo que ya cerraba. Éramos varios coches que queríamos repostar y empezaron a discutir. Luis, con muy buen criterio me dijo que me olvidara y salimos pitando hacía Sant Pere de Torelló, donde, si bien llegamos con la luz de reserva, fuimos atendidos mejor que en Vic.
Pasado Sant Pere de Torelló empezaba “la madre de todos los tramos”: Sant Andreu de la Vola, Coll de Bracons, Joanetes y Vidrà, todo junto, más de 60 km. Salimos los últimos por el repostaje y fuimos alcanzando a otros que iban mas lentos que nosotros. La subida a Bracons fue un “pour parler” con Sallyann Hewitt que, al principio, iba delante, luego nos cedió gentilmente el paso, luego se lo cedimos nosotros a ella, y así hasta el descenso donde ya la perdimos. El trozo de Joanetes era de pura navegación, bastante insulso pero, luego, te enfrentabas al de Vidrà. Este, cuyo asfalto habían intentado, solo intentado, reparar, en la parte superior estaba lleno de hojas que lo hacían sumamente resbaladizo. Y, si no, que se lo pregunten a Carlos Berisso, que iba con Dani Robledillo, a quienes vimos aparcados con la dirección abierta de su A112 Abarth. Por suerte tenía ya la asistencia de Garatge Internacional que había acudido al rescate. En el tramo cogimos a Ramon Fluvià, con su precioso Abarth 1000 TC que muy cortésmente nos facilitó el adelantamiento, y a un Alfa Romeo que ya fue mas difícil de adelantar pero tampoco nos hizo la puñeta. Fue difícil por lo estrecho de la calzada y porque si pisabas las hojas, tenías riesgo de un patinazo. Llegamos a Sant Quirze de Besora bastante agotados, habiendo penalizado 1.016 puntos que, sin embargo, nos permitió recuperar cuatro puestos, hasta el 54 de la general. El ganador fue de nuevo Garrigolas, con 44,9 y, en nuestra clase, Carvalho, con 69,3.
Un corto paseo por la C17 nos llevó hasta Ripoll, donde empezaba el siguiente tramo: Vallfogona del Ripollès. Este, yo creo que lo habían puesto de tramo de relax después del de Vidrà, pues era relativamente fácil. Todo y así penalizamos 14 puntos que nos permitieron descender hasta el 49 overall y 5 de nuestra categoría, ganada por Jean-Pierre Verneuil con su afinado y bien preparado Peugeot y unos soberbios 3,9 puntos. En la general vencieron Gilles Olivier–Cédric Riffard (Peugeo309 GTI), con nada más que 3,5 puntos.
Después de pasar Olot por la variante nos fuimos a Besalú para el siguiente tramo. Este, que al principio se revelo de navegación, con un Santuario en medio al que creo muchos fueron a rezar, luego se complicó, estrechándose, rompiéndose la calzada, también muy resbaladizo y con fuertes pendientes en algunos tramos. Encontramos dos coches en el camino. Tuvimos dificultad por lo estrecho de la ruta para adelantar al primero y cuando lo logramos e iniciamos una de esas recuperaciones que me gustan, alcanzamos a otro Alfa Romeo del que no vi ni el número ni la matrícula de lo ofuscado que yo estaba. Esto nos truncó la recuperación y nos hizo penalizar otra vez 1.016 puntos, volviendo al 59 de la general y 7 de nuestra categoría. El tramo fue ganado por Garrigolas, con 44,9 puntos y, en media baja, por Carvalho, con 69,3.
Habiéndose anulado el TC 13, nos quedaba el ultimo del día, Cistella, TC 14 versión larga. Aquí me despiste en la rectas largas que hay después del pantano y purgamos 72,9 puntos que podían haber sido menos pero… no les pasa a Vds. que, cuando llevas mucho rally a cuestas y el tramo es muy largo, llega un momento… ¿de que te olvidas que estás en tramo? Bueno, pues a mi si y así nos fue: 72,9 puntos y perder un puesto más en la general, que fue ganado por Pierre Juanola–Daphne Juanola y su Golf, con 7,8 puntos. En media baja, Carvalho de nuevo, con 14,3.
Acabado el tramo, un enlace que se me hizo eterno por carreteras generales nos llevó a Empuriabrava, sede del rally a partir de entonces, donde llegamos cerca de las cuatro de la madrugada, la verdad, un poco cansados. Es que uno ya tiene una edad…
Tercera etapa
El día amaneció soleado y caluroso. Volvíamos a salir a las 4 de la tarde así que, tras un paseo a pie por aquello de la “mens sana in corpore que no lo está”, mientras el copi ejercía de mecánico de varios participantes, nos fuimos a repostar el vehículo, a comer a un buen restaurante y, luego, a una pequeña siesta en la “suite” Zastava, esperando la salida.
Salimos que todavía hacia calorcillo, para ir al primer TC que era dar unas vueltas al karting de Empuriabrava. Ya nos habían dicho en el “briefing” que nos darían el tiempo a todos igual a partir del 12, así que, siendo consciente del coche que llevaba, no me esforcé en absoluto, para cuidar el vehículo. A mi, personalmente, no me gustan estas pruebas en circuito en un rally, pues únicamente gastas neumáticos y aprietas el coche sin necesidad y “pour épater la bourgeois” que nos observa. Bien es cierto que están incluidas en otros rallys en cuya organización participo, pero me gustaría que vieran las pruebas que hacemos para calcular la idoneidad de la pista. Pero comprendo perfectamente a quienes les encantan porque es para pasarlo bomba. En el circuito, Ramon Fluvià y Joan Alpiste demostraron la agilidad de su vehículo y se marcaron un soberbio 9º scratch.
Tras el circuito, la primera del día, el TC16 de Llançà a Cerbère. Aquí debo decir que lo hicimos soberanamente mal por lo siguiente: la salida del tramo estaba en una carretera nacional con raya continua y en la que no podíamos adelantar. Justo cuando tomamos la salida e íbamos enfilando la nacional pasaron tres coches: un Mégane, un Toyota y un Nissan que iban a paso de tortuga, mirando el paisaje, pero que era imposible adelantarlos, al no haber lugar para ello. Tres kilómetros que se me hicieron eternos detrás de esos papanatas y con la luz roja del Blunik disparada. Cuando llegamos al cruce para subir al Col que hay allí, tuve que iniciar una recuperación de las habituales pero, desgraciadamente, no hubo tiempo ni recorrido suficiente para completarla. “Palmamos” 955,3 puntos que nos hicieron descender al 78 de la general y 10 de nuestra clase, que fue vencida por “Les Grecs”, con 9,3 puntos. Overall ganó Tere Armadans, con unos brillantes 4,3 puntos. Creo sinceramente que este fue el resultado que más nos perjudicó de todo el rally (el nuestro, no el de Tere y Anna).
Entramos ya en Francia y, pasado Cerbère, nos enfrentamos al primer tramo francés, el de Banyuls-sur-Mer, que se desarrollaba por una carreterita sin ninguna referencia y sobre el acantilado, con fuertes subidas y fuertes bajadas en las que, en alguna curva, el morro del vehículo iba sobre el mar. Sorpresivamente encontramos mucho tráfico en dirección contraria pero pudimos negociarlo bastante bien. El resultado fueron 22,9 puntos que nos situaron el 4 de nuestra categoría y 25 de la general, ganada por Marcos Fernández–Adolfo González y su Peugeot 205 GTI, con 9 puntos. La media baja fue ganada por “Les Grecs”, con 10,1 puntos. ¡¡Para que se vea lo que nos perjudicó el tramo anterior!!
Tras un largo enlace, trufado de rotondas y tráfico, llegamos al TC 18 que era el único que se repetiría al final del rally: Sant Joan de l’Albera. El asfalto del tramo estaba muy roto y bacheado y era un tramo muy ratonero y largo, en el que nos faltaron caballos. Una especial muy antipática, con muchas curvas irracionales. Volvimos a nuestra posición habitual, el 58 overall, con 77,5 puntos en un tramo que fue ganado por Garrigolas con 7,9 y, en nuestra clase, como no, por “Les Grecs”, con 10,1.
Después del tramo, vuelta a entrar a España por La Jonquera para buscar un difícil desvío cerca del cementerio y enfrentarnos al TC 19, que era Cistella, pero al revés, y con un empalme raro. El tramo, que considero bastante tontorrón, nos fue bien, 44,6 puntos que suponían una mejora notable sobre los 70 y pico del día anterior. Ello nos hizo bajar al 52 de la general, que fue ganada por Cristina Gómez con 14,4 y, en media baja, por Jean-Pierre Vermeuil, con 15,3.
Un larguísimo y tedioso enlace por Olot nos llevaba al TC20, que no era otro que Santigosa, otro clásico. El trozo de arriba nos fue bastante bien pero, en la bajada, hicimos lo que pudimos y, aun así, nos cayeron 23,9 puntos que, todo y no ser muchos, nos hicieron retroceder al 60 de la general porque la chiquillería afinó mucho. Ganaron el tramo Lluís Pallí–Guillem Buscarons (Mini), con 2,9 puntos y, en media baja, Luis Carvalho, con 6,1.
Llegamos a Sant Joan de les Abadesses con la luz de la reserva encendida y nuestra duda era si podríamos estirar hasta Camprodon, donde, a la entrada, hay una gasolinera. Pudimos y coincidimos en la gasolinera con Ramon Fluvià y Joan Alpiste, que iban a lo mismo. En Camprodon nos obsequiaron con carquinyolis y, después de un paseíllo por la villa, a cenar al pabellón municipal antes del CH.
Tras la cena, la primera especial que venía era el TC21, Coll d’Ares, que empezaba precisamente en lo alto del Col. Aquí, donde no necesitamos excesivos caballos al ser toda en bajada, hicimos 25 puntos, situándonos de nuevo en el puesto 51 de la general que fue ganada, también en media baja, por Luis Carvalho, con 4 puntos.
Un no muy largo enlace nos llevaba al TC 22, Montferrer. Este era un tramo muy empinado, con asfalto regular y con mucha curva ratonera en puentecito de esos franceses, con pretil de tocho. Nos faltaron caballos e hicimos 128,7 puntos, que nos situaron el 51 de la general, ganada por Juan Pedro García–Jan Rosa, con 12,1 y, en nuestra clase, por “Les Grecs”, con 24,6.
Después de dar vueltas y más vueltas alrededor de Amélie-les-Bains-Palalda, llegamos al TC 23. Este volvía a ser un macro tramo, “versión française”, de más de 40 km y en el que atravesabas dos pueblos donde todo el mundo dormía. Tenía un fuerte trozo de subida para llanear a continuación y acabar con un brusco descenso al final. Muchos cambios en el asfalto y en la anchura de la calzada, con algunos trozos francamente soporíferos. Acabamos con 267 puntos y 57 de la general, en un tramo que fue ganado overall por Garrigolas, con 31,2 y, en media baja, por Luis Carvalho con 31,4. Empezaba a lloviznar.
Tras cruzar Céret y buscar el desvío, enfilamos el penúltimo del rally, Céret-Les Illes, también de longitud considerable. Este, la verdad, era como un Vidrà gabacho. Complicado, bacheado, estrecho y resbaladizo. Además, con mucho cruce engañoso. También con puentecitos de esos que destrozan coches si no aciertas. Y muy húmedo porque lloviznaba y también, como en Vidrà, con hojas cubriendo la calzada. Para colmo, nos encontramos a dos todo terreno que nos costaron mucho de adelantar. Rozamos el bollo en más de una ocasión y los frenos quedaron tocaditos. Con estos antecedentes perdimos un puesto, hasta el 58, y “palmamos” 405,7 puntos en un tramo que fue ganado overall por Garrigolas, con 30,6, y por “Les Grecs” en nuestra categoría, con 43,9.
Y, de allí, al ultimo del día, otra vez Sant Joan de l’Albera donde ya llovía un poco más. Esta vez puntuaba doble, en plan power stage. Como ya lo conocíamos de la primera pasada, salimos y empezamos a estirar la segunda. Al llegar a una parte llana que hay cuando ya has perdido de vista la autopista, y cuando alcanzábamos la luz azul, nos salta un jabalí por la parte del copiloto y, ¡¡paf!!, dos faros a hacer gárgaras cuando mas los necesitábamos. Y comentario de Luis: “no pares, no pares, que ya tenemos luz azul”. Así que le hice caso y no me detuve, pero con el susto y el lógico ralentizar perdimos otra vez la media. Recuperamos y acabamos el tramo con 175,4 puntos, que representaban la misma penalización que la primera pasada y que nos permitían conservar el 58 de la general y el 6º de nuestra clase, en un tramo ganado por Antonio Verdaguer–María Jesús Mora, con 18,2 puntos y, en media baja, por Luis Carvalho, con 26,4.
Tras un corto pero aburrido enlace, llegamos a Empuriabrava cerca de las 3 de la madrugada poniendo fin al rally. Acabamos los 58 de la general, 13 de históricos y 6 de media baja. Estos resultados no son nada brillantes pero, en nuestro descargo, debo decir que desafío a cualquiera a hacer un Costa Brava Histórico con un Zastava 101 de hace cincuenta años y medirse, de tu a tu, con Porsche 911, VW Golf, BMW 2002 Ti, FIAT 128 Rally, etc. Y, además, divertirse.
Así acabó nuestro Costa Brava Històric de 2025. Debo decir que el rally estuvo excelentemente bien organizado y que, personalmente, lo disfrute mucho. Es como un Monte-Carlo abreviado y en el que se suple la falta de nieve con tramos más propios del Tour de Corse que a los que nos acostumbran habitualmente. Y, además, en su mayor parte de noche. Las medias, todo y ser bajas en términos absolutos, eran muy exigentes para el tipo y estado de la ruta y obligaban a un esfuerzo continuo. Yo no se de donde saca la organización estas carreteritas y estoy convencido de que las ponen solo para el rally. Reflexionando seriamente, creo que es bueno que el rally discurra por este tipo de carreteras pues tienes menos problemas con el transito y, al ser de noche, ves de sobras si viene alguien en dirección contraria. Me gustan los rallys nocturnos y creo sinceramente que si esta actividad de regularidad en carretera abierta se mantiene, todos acabaran siendo nocturnos, tanto por la mayor facilidad de organización como por la mejor seguridad de los participantes. Cada día se corre más por sitios mas difíciles, y el día que un participante tenga un encontronazo de día, nos daremos cuenta de las ventajas de la noche.
El Rally Costa Brava Històric recrea la imagen y el ambiente de cuando los rallyes empezaron a ganar importancia. Y ha creado una marca y una imagen. Muchos tramos, en su mayoría nocturnos y difíciles, enlaces cortos y ritmo muy vivo. Si encima le añadimos una perfecta organización y un equipo profesional y entregado, tienes el coctel perfecto. Así que ya puedo ir pensando en el Costa Brava 2026.
© Antonio Arderiu Freixa
Escaldes Engordany, 10 noviembre 2025
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