Por Josep Autet.
A veces, uno se da cuenta que eso de volver al pasado no está tan fuera de lugar, que no es estar viviendo en otros tiempos como a veces he llegado a pensar. De repente, un buen periodista saca un libro tras dos años de trabajo y compruebas con su labor que aquello que sostienes entre las manos tiene un gran valor, para ti mismo, pero también para mucha otra gente que siente más o menos lo mismo. Esto es lo que comprobé cuando José Antonio Ponseti me hizo llegar a principio de este año “Cuando éramos pilotos”, una excelente obra con vivencias, aventuras y demás historias protagonizadas por algunos de los que tuvimos la oportunidad de participar en el Dakar –París-Dakar aquellos años– y comprobar, décadas después, ahora, lo afortunados que fuimos al poder vivir una aventura tan extraordinaria.
Ponseti, que ya va por la tercera edición de su libro editado por Plaza & Janés, reunió a buena parte de los que salimos en su obra en el Colegio de Periodistas de Barcelona. El motivo era charlar sobre aquellos años (el Dakar se disputó en África entre 1979 y 2007) de aventura en mayúsculas. Sigue pues, a modo de crónica social, alguna de las impresiones que saque del encuentro y de algunos de sus asistentes.
Vaya por delante –lo dije en el turno de intervenciones– que mi participación en el Dakar fue casi una casualidad, al contrario que la mayoría de los que nos reunimos en Barcelona el 3 de diciembre. En los años 80 estaba dedicado a fondo en el copilotaje de rallyes y sólo la propuesta de Jorge Bäbler me hizo ver que quizás era interesante para mi carrera participar con él en el Dakar, del que hasta esa fecha solo escribía. Además, Jorge Bäbler era un mito de la adolescencia y correr con él tenía un gran, enorme, atractivo.
Desde 1985 yo me ocupaba como externo de la comunicación de carreras del equipo Nissan-Motor Ibérica, inicialmente trabajando cuando se terciaba desde las oficinas de Zona Franca y posteriormente cubriendo algunas carreras in situ, París-Dakar y Faraones de Egipto entre ellas. El ambiente en el equipo era bueno y por razones obvias la relación con los pilotos y copilotos muy estrecha, de ahí surgió la propuesta de acompañar a Jorge Bäbler, ya que se pensó que su hábil hermano Hansi sería mucho más útil llevando en carrera un Patrol como asistencia rápida (de todos los coches), que copilotar a Jorge y quedarse el resto de coches sin su preciada –y siempre deseada– ayuda, en la ruta y en el vivac de final de jornada.
Hecha la introducción de por qué yo estaba allí, llega el momento de hablar de otros pilotos y copilotos asistentes a la reunión convocada por Ponseti y que, por lo tanto, también salen en su obra. Juan Porcar, el primero que fue al Dakar en la historia de España, también fue el primero en hablar y además de un modo rotundo, en el que todos coincidimos: “quiero agradecer a José Antonio que haya hecho este libro porque nos ha literalmente resucitado”. Un servidor, además, completó la frase con un “y además ha dejado testimonios para la posterioridad, sin este libro todo lo que se cuenta en él se hubiera perdido con el tiempo”.
Me gustó ver tantos años después a Carlos Mas, ahora con una melena blanca que contrasta con la foto mental que uno tiene de aquel extraordinario piloto joven, decorado con Camper a los mandos de su Yamaha. “Cuando yo estaba metido en el todo terreno (fue el hombre que destronó a ‘O rei’ Casas), Porcar me insistía en que tenía que ir al Dakar –comentaba Mas– y yo me resistía, hasta que un año fui y ya no lo dejé”. Carlos Mas finalizó el Dakar de 1990 en segunda posición. Viéndole allí, sentado, le recordé en una entrevista con Jordi Arcarons, que les hice a ambos para TV3, y también cuando accedió a venir a una de las noches del motor de Roc 34: “con nosotros, hoy, recién llegado del Dakar: ¡Carlos Mas!”. Sigamos…
Carlos Sotelo es un gran personaje del mundo de la automoción. Motorista todo terreno de gran nivel, acabó tercero en el Dakar de 1996 con KTM y, al día siguiente de regresar a casa… “nació mi hija, ¡fue un año perfecto! Lo intenté de nuevo y aunque gané etapas y logré buenos resultados no pude mejorar mi clasificación en la general, pero el recuerdo del Dakar permanece bien vivo”. Nos habíamos visto con Carlos hace unos años en el Salón del Automóvil, casi al inicio de su proyecto Silence, de modo que era obligado por mi parte preguntarle cómo le van las cosas en este terreno de la motocicleta eléctrica, del que ha sido pionero: “bien, pero cuesta, cambiar la tendencia en la movilidad urbana es complicado, avanzamos y vendemos pero hay que trabajar mucho…”. Acciona es la accionista principal de Silence y Carlos Sotelo pilota la compañía como lo hacía en sus años al manillar: muy bien.
“Pues yo este año me quedaré en casa”, este comentario inofensivo, que más de uno y cinco de la reunión podríamos decir, sonó a bomba al darnos cuenta que quien lo pronunciaba era Xavier Foj: “es así, no han salido las cosas y no tengo otro remedio que ver el Dakar por televisión…”. ¿Por qué es eso tan importante? Pues porque Xavier Foj lleva corriendo el Dakar, ininterrumpidamente, ¡¡los últimos 34 años!! Eso es casi toda una vida cambiando de año en el desierto: “no tengo otro remedio”, repetía entre triste y resoluto… Huelgan comentarios, pero pienso que Xavi no pasará unas fiestas del todo felices, estoy lamentablemente seguro…
“Yo sí iré, como en las últimas ediciones arábigas; con mi hijo iremos a seguirlo algunos días”, quien así habla es Pep Vila, nuestro representante en camiones durante muchos años: “eso ya pasó, estoy orgulloso de mi trayectoria, con los camiones y antes con las motos, pero es algo que sucedió y punto”. Trabajo y relación con la carrera y sus pilotos no le faltan a Pep. Un grande del mundo del motor al frente de su enorme empresa planetaria, ProMotor, y el fabuloso complejo Les Comes donde han rodado todos los dakarianos del país.
Jordi Juvanteny, el hombre que año tras año lleva su enorme camión 6x6 por dunas y pistas era también claro en su intervención: “antes, el Dakar era una aventura, una gran aventura, ahora es una carrera que dura 15 días”. Poco más que añadir.
El caso de otro Vila, Ramon Vila, es digno de estudio. Corrió el Dakar africano varias veces, "pero con el miedo de que el coche se parara o sucediera algo en pleno Ténéré, porque si la cosa acababa mal podías quedarte allí. Ahora el Dakar es un sprint donde todo está controlado y no hay peligro de que si te sucede algo no den contigo”. Ramon va cada año al Dakar unos días, como espectador, animando a sus amigos –Nani Roma entre ellos– y volviendo a casa con la misma alegría que si lo hubiera corrido. Ramon Vila (como Pep Vila) ha edificado a lo largo de los años un auténtico imperio: DrivingEvents, empresa que organiza todo tipo de eventos. Sin ir más lejos, el embarque de los coches del Dakar de este año lo ha llevado a cabo su empresa, una labor enorme y compleja que un año más ha llevado a cabo con eficacia y buen hacer.
Y llega el turno de Hansi Bäbler, el que dejó vacante el asiento contiguo al de su hermano Jorge y que finalmente ocupó este servidor. “Tú lo debes recordar bien”, me decía Hansi, “la expectación que había cuando bajábamos de París para embarcar en Barcelona o en algún puerto de Francia era enorme. A mi casi me hacía daño la mano de tanto saludar”. Entregado a su labor técnica en el equipo Nissan, Hansi dejó entrever en algunas ocasiones su tremenda calidad al volante, como en 1992 cuando iba 10º absoluto pero sufrió un grave accidente que por poco no cuenta, sufriendo múltiples lesiones. Es un placer ser amigo de Hansi, una leyenda, como persona y como representante de una familia única.
Lucas Cruz es de los pocos que ha corrido el Dakar en sus tres localizaciones geográficas: África, Sudamérica y Arabia. Por eso es una voz más que autorizada: "no tienen nada que ver los Dakar de cada continente. Ahora es todo al sprint, tanto en las especiales como en el campamento, el ritmo en todo es máximo y los coches te permiten mucho más, antes la mecánica aguantaba lo que aguantaba". Modesto en las formas y en el fondo, no se puede dejar de citar que Lucas Cruz era el único que había ganado el Dakar de la reunión, ¡y además cuatro veces! Ojalá este año Lucas, buen amigo, vuelva a saborear el éxito.
Llegado el turno de Joan Gràcia, uno de los representantes de “El Tricicle” y actual gestor del restaurante-espectáculo “Lío Ibiza”, nos habló de algo que yo no sabía: “participé en las últimas 24 horas de Montjuïc, en 1986, y también en las primeras 24 horas del Circuit. Acabé el 20 y vi que me hacía falta hacer el Dakar, así empezó todo”. Gràcia, junto con Paco Mir, participaron en los Dakar de 1988 y de 1988-1989, curiosamente las dos ediciones en las que yo estuve también en el rally… “nosotros hicimos lo que pudimos, nos perdimos a lo grande y tuvimos que hacer reparaciones de lo más inverosímiles, con ayuda de Joan Cornet, pero tuvimos que desistir en Agadez”. Recuerdo muy bien el revuelo que creó el equipo de los dos Mitsus entre los medios de comunicación.
Y cierro con el resumen de una charla de lo más interesante que mantuve con el gran Ignacio Bultó, alguien mítico entre los míticos. El cuarto hijo del no menos glorioso Francesc Xavier Bultó me era más que claro cuando tocábamos el tema de la jubilación, que uno se resiste a contemplar: “mira, tengo 73 años (el 17 de diciembre cumplirá 74) y he hecho de todo, pero de todo, y ahora lo que me hace feliz son mis nietos. Tengo dos hijas y cuatro nietos que dan mucho trabajo y llenan por completo mi tiempo. Y me encanta que así sea. Sigo las carreras por los medios de comunicación pero de hacer algo ¡ni pensarlo! No me apetece en absoluto ni trabajar, ni desplazarme, eso ya pasó y no voy a repetir lo que tantas veces he hecho. Ahora es tiempo de vivir otras sensaciones que me llenan y satisfacen por completo”.
Podría hablar de Carlos Hernández, que al dedicar los libros realizaba unos magníficos dibujitos que los convertían en piezas únicas; de Jaime Puig y sus aventuras con Salvador Serviá; de Toni Boluda y sus motos; de Rafa Tibau, que sigue dándole; de Félix Dot y su gran experiencia en África; de Blanca de Foronda, que según Porcar fue a su primer Dakar solo con el DNI… pero hay que dejarlo. Siempre escribo largo, demasiado largo a veces, pero esta vez ha servido para hacer protagonista a unas gentes, amigos casi todos, que como por arte de magia estuvieron en algún momento, pocas semanas algunos como yo, y años y años otros, recorriendo un continente que vale la pena haber conocido: África, cuando éramos pilotos. Gracias por tanto José Antonio Ponseti... y enhorabuena por el trabajo.
© Josep Autet
8 de diciembre de 2025
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